Las mentiras, las injurias y las calumnias se han convertido en protagonistas destacados de los grandes males que nos acechan en internet. ¿Quién no ha sufrido un comentario insidioso propagado a través de las redes sociales, los blogs o las páginas web? ¿Quién no ha escuchado a alguna víctima maldecir su suerte y mostrar la impotencia de ser vilipendiada sin poder combatirlo? La desigual batalla en el escenario de la difusión on line que no entiende de reglas, ni de límites, donde la mayoría de los usuarios creen firmemente que todo está permitido, no podía librarse, hasta hace bien poco, a través de la vía judicial y mucho menos en un quijotesco combate contra los emisores donde siempre los perjudicados tenían las de perder. Afortunadamente, las cosas van cambiando y mientras que los jueces van dictando sentencias en las que se condena a los autores de las mentiras, las calumnias, los excesos y las tropelías verbales, los gigantes de la Red han comenzado a adoptar medidas para paliar o controlar esa proliferación de falsedades. Tanto Facebook como Google ya han anunciado que intentarán frenar las noticias falsas que han circulado por doquier y con especial relevancia durante la última campaña electoral estadounidense. Las acusaciones contra la mayor red social del mundo por haber influido, con la difusión de informaciones erróneas, en la carrera presidencial de Donald Trump han llevado a la compañía a evitar que se puedan lucrar por utilizar sus servicios de publicidad por las páginas vistas a quienes propagan las falsedades. Semejante medida ha anunciado también el buscador de internet para contrarrestar una práctica que con esas mentiras y calumnias se saldaba con pingües beneficios económicos. Los primeros pasos ya están dados, pero la guerra se augura larga y cruenta.
