El neoliberalismo ha metido a los pueblos en un “corsé de hierro” al dar rango constitucional a las reglas del derecho privado.

Con esas reglas, seleccionadas por expertos y jueces totalmente entregados a la causa de la propiedad privada, se limita la voluntad popular, afirman los franceses Pierre Dardot y Christian Laval en un nuevo libro publicado en el país vecino (1).

La “lógica del capital” ha terminado imponiéndose al conjunto de las relaciones sociales hasta convertirse en la “forma de nuestras vidas”, sostienen el filósofo Dardot y el sociólogo Laval, ambos profesores de la universidad París-Ouest-Nanterre-La Défense.

Hay en marcha, escriben, una guerra generalizada para cambiar el mundo según las normas de la racionalidad capitalista.

Y ya no es preciso recurrir a golpes de Estado, como ocurrió, por ejemplo en Chile, para imponer por la fuerza de las armas las recetas neoliberales.

¿Qué falta hace eso, se preguntan los autores, si pueden obtenerse los mismos resultados mediante el recurso a los mercados de capitales?

Tenemos un ejemplo perfecto en la crisis griega, que no es sino un aspecto de la crisis general: el sometimiento a la fuerza bruta es sustituido por el “respeto a lo firmado” so pena de asfixia económica y financiera.

Las armas disciplinarias de los mercados financieros permiten castigar a quienes se oponen a los programas neoliberales de deflación salarial, flexibilización del mercado de trabajo, privatizaciones y recortes brutales del gasto público.

Vemos así como los Gobiernos tienen que endeudarse fuertemente en los mercados de capitales para obtener las sumas que no han conseguido a través de los impuestos.

De esa forma, los capitalistas ganan por partida doble: eluden impuestos, que, convertidos luego en créditos a esos mismos países, les reportan ingentes intereses.

Los autores consideran responsable a la socialdemocracia de Schroeder, Blair, Hollande y otros de que haya podido imponerse en toda Europa “la política de la austeridad” que denuncian.

En lugar de oponerle una “fuerza contraria”, la socialdemocracia han querido superar muchas veces en celo reformista a los partidos conservadores.

Aumentando impuestos, reduciendo las pensiones, congelando los sueldos de los funcionarios y reformando el código del trabajo, le han preparado el terreno a la extrema derecha.

Ésta ha sabido explotar la cólera social de buena parte del electorado popular y dirigirla contra los inmigrantes y el sistema.

En lugar de limitarse a reaccionar, la izquierda debe, según los autores, tomar de una vez la iniciativa y enfrentarse al neoliberalismo como única forma de vida.

El error del líder de Syriza, Alexis Tsipras, fue dejarse encerrar “en un cara a cara con la oligarquía eurocrática” en lugar de intentar construir una relación de fuerzas a nivel europeo”.

Ningún gobierno de izquierdas puede romper por sí solo “el corsé de hierro monetario y normativo”, sino que necesita apoyos de otros gobiernos y movimientos sociales progresistas de todo el continente.

(1) “Ce cauchemar qui n’en finit pas” (Esa interminable pesadilla). Ed. La Découverte, 2016