Las elecciones americanas han sido una magnífica oportunidad perdida. Hillary Clinton encarnaba la esperanza de muchas mujeres que, como yo, creíamos que en la nueva presidenta se iba a simbolizar la ansiada equiparación de oportunidades entre hombres y mujeres. Ahora en cambio dudo seriamente de que vean algo así mis ojos.

Muchas mujeres aspiramos a ver a alguna de nosotras llegando a gobernar en nuestro lenguaje, con armas femeninas, y no compitiendo en testosterona con los hombres. Un modelo de mujer competente a la par que femenina.

Pero Hillary no ha convencido, y esto es una realidad que hay que asumir. No ha conseguido arrastrar el voto femenino, porque le ha votado sólo la mitad de las mujeres. La otra mitad se decidió por el otro candidato, Míster Pelo Cardado. Que no tengo nada en contra del look ochentero de Trump, cuyo aspecto llama la atención. Aunque de él lo relevante es la cantidad de burradas y despropósitos que han salido por su boca durante la campaña, que hicieron que saltaran todas las alarmas al saberse que había ganado las elecciones.

Ya han visto cómo las bolsas se han resentido y no sé ya si lo más preocupante es que quiera construir un muro con México y encima hacérselo pagar, que tenga a mano tantos botones con los que podría mandarnos a todos a hacer puñetas, que sea sospechoso de abusos sexuales, o que demuestre tan buena sintonía con Putin. Y es que parecía imposible que saliera elegido, pero ahí lo tienen, sin perder de vista que tenga a esa especie de ex Miss Camiseta Mojada como sucesora de Michelle Obama, a la que pretendió emular plagiándole los discursos, lo que es una broma de mal gusto. Diez horas le costó a Clinton salir a dar la cara tras su denigrante derrota, que dejó al mundo con el corazón encogido.

Y es que Trump representa todo aquello que nos espanta a muchos, los ismos peores, que decía ayer mi hijo pequeño, como machismo y racismo. Pero todo es posible en EE UU, y a Trump le dejaron pasar los republicanos y se hizo fuerte. Ahora es un peligro andante, alguien que en su entorno califican de colérico, y al que si lo ven con gorra roja pónganse a cubierto.

Esperemos que su equipo de gobierno sea mucho más razonable y consiga aplacar su efervescencia y llevarlo por la senda de la cordura, por el bien de todo el planeta.