Este fue el título con que el director cinematográfico D.W. Griffith estrenó en 1916 y en cine mudo esta película largometraje. Hace exactamente un siglo que se estrenó este film que centra la acción, desde la óptica sudista, en la guerra de secesión norteamericana. Esa óptica tenía su base en «los valores de la vieja Escocia», los llevados a América del Norte por la cultura de origen anglosajón, la cual despreciaba y hacía sombra a una América cuya realidad era ya la multiétnica. Se acusó al señor Griffith de promover el resurgimiento del Ku Klux Klan. Después de todo, en la película son los miembros del Klan quienes hacen justicia y se convierten en los héroes salvadores del humillado Sur. «El filme constituía un apasionado y persuasivo documento de la inferioridad de los negros. Realmente, el punto de vista era estrecho y partidista», señala Lewis Jacobs en La azarosa historia del cine americano. «Las implicaciones sociales de la película suscitaron innumerables protestas. Negros y blancos se unieron para atacar el extremismo que inunda la pantalla», puntualiza el mismo historiador. La polémica fue tan dura que el presidente Wilson se vio obligado a decir: «Se trata de una película lamentable».

Pero como decía, una realidad multiétnica, porque no hablamos de pluralismo cultural como se da en el caso español sino de multiculturalismo. Un multiculturalismo con un enorme peso de mayoría «blanca» pero que hace que el resto de culturas, el resto de destacadas minorías como la afroamericana o la hispana, hagan de esta América otro tipo de sociedad hoy por hoy.

Pues bien, un siglo después del estreno de un film de alto contenido sociológico, nos encontramos con unas elecciones (las del 9 de noviembre) en las que la movilización de la América profunda frente a la falta de alternativa que suponía Hillary Clinton, daba sus resultados. Los de la resistencia a una realidad multicultural (de nuevo) y una realidad multiétnica. Son las zonas rurales precisamente, las resistentes al cambio ante la desconfianza hacia los cambios sociales. Solo hemos de contemplar el voto en el mapa de los estados de la confederación para darse cuenta de lo expuesto. Es la contraposición del voto de las ciudades y el mundo rural. ¡Buen trabajo Trump! Conectó mejor con esa base social, la base del descontento, la base de que nada cambie y bien que transmitió lo que esperaban oír. De alguna manera, «la óptica del Sur» se escuchó. El indulto hacia sus palabras incendiarias y soeces en la campaña, ya estaba aprobado. Y ahora, que Dios nos pille confesados.