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Estilos de socialismo

Maneras dispares que marcan las diferencias internas en el PSOE

Miquel Iceta cerró el congreso de los socialistas catalanes con una versión de aquel "¡Pedro líbranos de Rajoy!" que acabó convertido en vídeo viral. La proclama, en idéntico tono vibrante pero en inglés, fue "¡Vamos, Hillary, vamos! ¡Por Dios, ve a por ello! ¡No permitas que Trump gane! ¡Estamos todos contigo¡". La gestualidad histriónica de ese Iceta proclive a calentarse en la tribuna engaña mucho sobre la personalidad de alguien que, en apariencia, sólo es carne de YouTube. El severo desgaste a que está sometido el PSOE por el coletazo político de la crisis se agrava en el caso del PSC por la irrupción del independentismo, en especial en la versión oportunista de la extinta CiU, que proporcionó un cuerpo de mayoría electoral a lo que hasta entonces era una aspiración de tinte radical. Los socialistas catalanes se mueven en un contexto más duro y complejo que sus hermanos del PSOE, aunque no lo quieran reconocer quienes desde el propio seno del socialismo denigran al PSC por la pérdida constante de peso institucional que ha venido sufriendo en los últimos años. De esa misma complejidad se nutren las posiciones de los socialistas catalanes, que acaban de tomar cuerpo político en las resoluciones de su congreso. En ellas se marca un camino propio para recuperar la mayoría que los socialistas catalanes tuvieron en otro tiempo, por la vía de ganarse al catalanismo no independentista y a una izquierda efervescente que no acaba de encontrar un acomodo organizativo a la medida de su variedad. Y compatibilizando todo ello con mantener el vínculo de hermandad con el PSOE, debilitado por el empeño del PSC en llevar hasta sus últimas consecuencias la autonomía orgánica que tienen reconocida en el protocolo de 1978. El Iceta que lidera ese proyecto complejo es unas de la mejores cabezas de la socialdemocracia española, con experiencia política en primera línea y criterios muy propios. En 2014, entre Sánchez y Madina eligió a Pérez Tapias, el candidato al margen de un duelo que marcó el devenir reciente del PSOE y acabó en tragedia. El interés que la aportación de alguien de su perfil puede hacer a un PSOE en quiebra interna contrasta con el afán de un sector de gran peso orgánico cuyo objetivo inmediato es romper con el PSC para evitar incertidumbres sobre el desenlace de esa confrontación. Es el tosco socialismo meridional, que mejora su estilo con la recuperación del tono montuno de Rodríguez Ibarra. A la cabeza figura la andaluza Susana Díaz, que en los momentos más fúnebres y recientes del partido ha prodigado reflexiones de hondo calado, tipo "el PSOE es mucho PSOE". El fuerza renovadora del socialismo andaluz, encarnada en un grupo de jóvenes sevillanos que hace más de cuarenta años arrebataron la bandera histórica para devolver el protagonismo al partido del interior, ha fraguado hoy en un aplastante bloque orgánico, tan contundente e inflexible que quizá haya que buscar en otra latitud el vigor del nuevo Suresnes al que está abocado el PSOE.

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