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Empaque simbólico

La armonía del silencio

Teatre Arniches de Alicante

Texto y dirección: Lola Blasco. Producción: Teatre del Poble Valencià.

Bajo la denominación de Teatre del Poble Valencià para todas las producciones públicas, La armonía del silencio se estrenó el viernes en la XXIV Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos. Un espectáculo, sobre el deseo de memoria histórica y justicia, hecho en esta ciudad con gente de aquí, como Lola Blasco, la autora y directora que ha escrito y dirigido un texto, evocando a su propia familia, donde conviven el presente y el ayer de los años 30, en el que reside una familia de músicos. Esto y las consecuencias de la Guerra Civil española se exponen a través de diferentes formas teatrales con estilo poético y fusión de lenguajes. Los breves monólogos y los diálogos nutren las situaciones que acogen los elementos visuales y sonoros en una bien elaborada puesta en escena con Mélida Molina, Ana Mayo, Antonio Lafuente y Toni Misó. Los cuadros, incluyendo la peculiaridad del teatro de sombras con los intérpretes, los pasajes intercalados en algún instante y la videoescena de Álvaro Luna constituyen las piezas que encajan más o menos en este dilatado puzle. Destacan la versatilidad interpretativa, el peso del cuarteto, dirigido por Lola Blasco con la ayuda en la dirección de Irene Coloma, la solidez textual y el énfasis simbólico alejado de los espacios realistas. Asoman trazos del teatro documental, apoyándose en fuentes auténticas, con fotografías de la guerra y un rápido apunte verbal de la barbarie humana del siglo XX en relación con el Gulag, Hiroshima y Auschwitz. Recuerden. Los campos de concentración del sistema soviético, el ataque nuclear de EE UU y el campo de exterminio nazi, respectivamente. Mucho más cerca, el criminal bombardeo en el mercado central de Alicante, a cargo de la aviación italiana al servicio de los facciosos. Teñido de rojo y con suaves movimientos de los actores. El Stanbrook, buque carbonero británico que no pudo recoger a todos los republicanos que quisieron escapar, o el Campo de los Almendros, en el barrio alicantino de La Goteta, al que los franquistas llevaron a miles de personas. Una visita al castillo, la ruta de los refugios antiaéreos? El hombre, en fin, siempre es un lobo para el hombre.

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