Cuando faltan pocos días para las elecciones estadounidenses, la opinión pública mundial se formula una pregunta: ¿cómo es posible que, 17 meses después de lanzar su candidatura, un personaje tan extravagante y del que existen serias dudas sobre su capacidad para ser presidente de EE UU, como el candidato Republicano Donald Trump, tenga aún opciones de vencer el próximo martes?

Una primera respuesta está en su rival, la aspirante Demócrata, Hillary Clinton. Existe consenso en que la exsecretaria de Estado acumula la experiencia necesaria como para convertirse en la primera mujer que accede a la presidencia. Pero, al mismo tiempo, es percibida por gran parte del electorado como una persona ambiciosa y manipuladora, hasta el punto de que encuestas recientes sitúan a Trump como a alguien más digno de confianza.

Aunque la razón de fondo es más significativa. El mantenimiento de Trump en liza se explica porque ha sabido canalizar el enfado de una importante franja de electores (especialmente, hombres blancos y de mediana edad), que fueron castigados durante la Gran Recesión y que no se han beneficiado de los últimos siete años de crecimiento, como miembros de una clase media con ingresos descendentes y que abominan de las deslocalizaciones y del abaratamiento de costes desencadenados por la globalización.

Clinton tiene aún las encuestas a favor suyo. Pero, incluso si gana, hay dudas sobre qué pasará con las energías desatadas por Trump. Normalmente, el candidato derrotado en unas presidenciales no deja un legado a los que recogen su antorcha en comicios posteriores. Pero, dado el daño estructural que persiste en la sociedad norteamericana, alguien menos grotesco (pero sin cambiar el fondo populista) podría utilizar el malestar existente para convertirlo en victoria en 2020. Lo que no deja de ser preocupante.

Clarín señalaba uno de los problemas que deberá afrontar el próximo inquilino de la Casa Blanca: el del aumento del consumo de drogas en los estados más depauperados. Sería el caso de Ohio, donde se concentran tres de las 10 ciudades con mayor índice de muertes por sobredosis del país (Dayton, Cincinatti y Toledo). El declive industrial y la frustración derivada por la falta de oportunidades, pese a la recuperación en curso, han generado esta situación.

The Guardian resaltaba que, pese al fin del bloqueo político (tras la reelección de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno), la legislatura no será fácil. Un Congreso altamente fragmentado, la proliferación de escándalos de corrupción, la profunda división del PSOE y el proceso independentista en Cataluña auguran una gobernación difícil (aunque, eso sí, con el bálsamo de la creciente recuperación económica).

Media-tics resaltaba las declaraciones a CNN de Mario García, uno de los mayores expertos mundiales en rediseño de prensa (tras liderar cambios en unos 700 periódicos y revistas de más de 120 países). Para García, la prensa impresa no morirá (puesto que ningún medio nuevo ha conseguido eliminar a otro). Eso sí, deberá readaptarse? hacia los fines de semana, para convertirse en «el lujo del papel», como instrumento de evasión y desconexión.