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Jesús Javier Prado

Y Évole no hizo su trabajo

Para alguien acostumbrado a silencios largos y bastante clamorosos (tras las elecciones del 20 de Junio tardó diecisiete días en decir esta boca es mía), Pedro Sánchez no aguantó -tras su renuncia el sábado como diputado- ni veinticuatro horas a decir lo que pensaba en la alfombra roja que le preparó Jordi Évole el pasado domingo.

Sánchez estuvo bien, en una entrevista muy comodona, donde pudo exhibir su tesis sin ningún problema que le incomodara lo más mínimo por parte de un entrevistador (salvo algún pellizquito de monja) esta vez muy pastueño, empático y asumiendo cada una de las respuestas del entrevistado. Por utilizar un término muy de moda, la entrevista de Évole fue lo más populista posible, dándole a su audiencia lo que ésta quería oír: conspiración mediático-financiera en despachos de alto nivel, traiciones y puñaladas del vil aparato frente al candidato elegido por los militantes (o sea, por la «gente»), y presentación y lanzamiento publicitario -cual actor presentando su obra de teatro en cartel- por todo lo alto de su página web para ir preparando la candidatura para las próximas primarias del partido socialista. Apenas algún rasguño (los resultados de sus dos elecciones legislativas con malos resultados; la famosa urna del comité federal; la destitución de Tomás Gómez; y poco más?), sin repregunta alguna, y para que el ya ex-líder del Psoe expusiera su visión de lo sucedido, y le permitiera de manera confortable explotar esa imagen de mártir de la izquierda en la que se ha convertido a ojos de la gente que, curiosamente, no tuvo a bien votarle ninguna de las dos veces en la que tuvo oportunidad. Lástima, otra vez será?

Tiene todo el derecho, Pedro Sánchez, a exponer su tesis conspiratoria. Aunque algún que otro votante podría echarle en cara por qué no dijo nada de esto antes. Por qué no criticó, antes, la conspiración contra su idea de gobierno alternativo. Por qué decidió, tras los pésimos resultados de Galicia y País Vasco (con candidatos nombrados por él) forzar una huida hacia adelante tratando de convocar un congreso exprés. Y qué cree que pasó para que la mitad de su ejecutiva (nombrada por él) le abandonara, y un comité Federal (nombrado por él, también) le tumbara su propuesta de congreso ultra-rápido. A nada de todo esto dio respuesta Pedro Sánchez. Pero porque tampoco se lo preguntó nadie, claro, ya que el entrevistador, Évole, estaba muy ocupado buscando despachos oscuros donde se fraguan decisiones a espaldas de la «gente». Y algún votante se podrá preguntar, y con razón, qué manera es esa de asumir las inclemencias del cargo. Cuando alguien asume la responsabilidad (y no es poca ni pequeña la de ser el secretario general del partido socialista), se supone que es para lo bueno, y para lo malo. Si la mitad de tu ejecutiva te abandona, tienes a casi todos los barones en contra, y tu comité te desautoriza, no vale decir después que la culpa es del Ibex 35. Y antes, hombre, todo esto había que haberlo dicho antes. ¿Y Évole? Bueno, pasaba por allí. Aunque a algunos nos gustaría saber en qué despacho se decidieron las preguntas que realizó, porque faltaron muchas.

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