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Javier Mondéjar.

El indignado burgués

Javier Mondéjar

Los derviches de Podemos

Cuanto más gire Podemos a la izquierda, más fácil será que un electorado centrista busque las zonas templadas de la derecha. Como los derviches giróvagos que giran y giran para llegar al éxtasis, Pablo (M) Iglesias está sometiendo a sus huestes a un ejercicio sólo apto para sufíes muy entrenados y me da que se la van a pegar. Prueben a dar vueltas y vueltas a la izquierda incluso sin un faldellín que pesa veinte kilos a ver qué les pasa, ya verán que el mareo y el consiguiente batacazo es épico.

¿Qué sucede con los votantes moderados? ¿Tienen miedo; son unas nenazas? Pues yo diría que más bien conducen con precaución, porque el votante centrista, incluso el de centro izquierda, huye de las algaradas y no está cómodo con las amenazas ni con los conflictos; raritos que son. El mismo que antes de las elecciones de mayo pretendía ser socialdemócrata y disputarle el espacio al PSOE tirando al suelo la bandera roja para buscar votantes templados, quiere ahora fomentar la lucha en la calle, el conflicto social y las barricadas como instrumentos para llegar al poder, que ya ha visto -tampoco hay que ser una lumbrera- que es metafísicamente imposible desde la lucha revolucionaria.

Ni siquiera en la España del 36, y mira que había hambre y desigualdad social, ganó de corrido las elecciones la izquierda radical aunque luego, evidentemente, el personal se radicalizó a la fuerza por el golpe de estado de Franco y sus muchachos. Así y todo ahora diríamos que hubo un empate técnico entre izquierdas y derechas, porque el porcentaje de votos -no de escaños- era de menos de un punto. ¡Y era el 36!

¿Nos quieren llevar a ese estado alterado de conciencia -también definido por eminentes psicólogos como «más fumao que un jipi»- con las vueltas y revueltas de Podemos? Algo de eso debe de haber, porque yo ando alucinado con las redes e incluso con algunos comentaristas que califican de entreguismo y de gobierno de la mafia la posición del PSOE. También es verdad que Iglesias ha exigido periodistas militantes que defiendan sus tesis y, a lo que se ve, hay pocos profesionales pero muchos aficionados y si no den una vuelta por tuiter y feis, donde arde la tropa añorando un gobierno de concentración de izquierdas perdido, como si el «Paraíso Perdido» hubiera sido posible. Pronto olvidan que gracias a Podemos no hubo gobierno de izquierdas tras las primeras elecciones y que optaron por la «pinza anguitiana» con el PP, pensando que hundido el socialismo ellos heredarían la tierra.

Hay que reconocerle al presidente de la gestora socialista una frase épica: «En política lo que no tiene posibilidades es mentira». Pero cuánta mentira se pronuncia impunemente, sabiendo que el ciudadano lo ve como lo más normal y no le va a pasar factura. Somos críticos de tertulia, pero a la postre parece que nos gusta que nos engañen. Por ir a lo último: ¿Vd. señora pensaba que lo del "no es no" tenía realmente recorrido? ¿Y Vd. Sr., el de la última fila, cree que un gobierno ensalada de Sánchez con los independentistas -y con Iglesias de gobernador del CESID, la tele, los ejércitos, el Banco de España y las embajadas- era factible?

Y luego hay otra actitud que me tiene envenenado en las redes, porque parece un mantra eso de que no puede hacerse nada sin consultar a las bases. Hasta un tipo tan cuerdo como Borrell lo va declarando. Aunque claro, como estrategia para alcanzar el poder vale eso y mucho más, sobre todo si puedes jugar ahora a identificar a los «susanistas» como la derecha y a ti y los tuyos como la izquierda auténtica heredera de los principios fundacionales de un partido obrero y de clase, por más que todo eso se abandonara al mismo tiempo que el marxismo. Yo pensaba, inocente de mí, que el partido socialista era una formación partidaria de la representación y no de la asamblea y que, como partido que aspira a gobernar, se debía a sus votantes y no sólo a sus militantes.

También estaba convencido de que cuando se adoptaba una postura política en el PSOE hasta el último de los diputados diría «amén» y ya ven cómo está el patio: «podemizado» hasta las trancas. Aunque habría que hablar mucho de eso, que una cosa es debatir en asamblea y otra muy distinta cuestionar al líder supremo, que ya veremos a que ostracismo va a conducir a Errejón en poco tiempo, que una cosa es defender en público la democracia interna y otra dejar que le muevan la silla. Bromas, pocas, que con las cosas del poder no se juega. Es curioso que el PSOE haya gobernado sólo cuando la estructura de mando era sólida y «si alguien se movía no salía en la foto» en frase feliz de Guerra. A partir de ahí no ha habido líder ni cuando Zapatero era presidente del Gobierno.

¿Alguien se podría extrañar de que si hubiera elecciones mañana ganara Rajoy por mayoría absoluta? El «voto refugio», lo que antes era el «voto del miedo» y mucho antes el «voto útil» le llevaría en volandas a la Moncloa. Y cuanta más movida en la calle y más escraches a Felipe, mejor para el Partido Popular que gana votos a chorro, mientras la izquierda los pierde. Y si además Podemos da los gobiernos de Baleares, Extremadura, Castilla La Mancha y Comunidad Valenciana al PP para castigar al PSOE por su abstención, el revolcón será guapo.

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