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Buscando nuevos líderes

Después de casi un año de bloqueo y de interinidad, el Congreso investirá hoy a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno para otro mandato. Lo hará con los votos a favor del PP y de Ciudadanos y, en principio, con la abstención de los diputados socialistas. En función de las fugas hacia el «no» que se puedan producir en la bancada del PSOE -los cálculos apuntan a una quincena de los parlamentarios de Ferraz- Rajoy puede acabar convirtiéndose, lo que son las cosas, en el presidente con menos votos en contra de las casi cuatro décadas de democracia. Ahí es nada. Pero así y todo, España necesita encontrar nuevos liderazgos para afrontar una etapa llena de incertidumbre y de cambios en el sistema político. El candidato del PP será un presidente de transición. Con fecha de caducidad hasta el punto de que Rajoy tendrá que empezar a ordenar la transición dentro de su propio partido en un congreso que, apuntan los notables populares, se tendrá que convocar, como máximo, dentro de dos o tres meses. Casi de forma inmediata a la formación de un gobierno que el presidente del Gobierno espera poder anunciar en las próximas 24 horas para preparar unos presupuestos con más recortes de cara a 2017 que ya llevan semanas de retraso. Pero si el PP tiene que ahormar un nuevo liderazgo para abordar la salida de Rajoy, España también busca otra figura clave para su futuro: un jefe de la oposición. Los socialistas tendrán problemas durante mucho tiempo para ofrecer un mensaje creíble, están descabezados, con un portavoz provisional en el Congreso y a las puertas de una gran batalla interna -otra más- con un divorcio absoluto entre lo que piensan las bases y las maniobras orquestadas de la cúpula controlada por los «barones». Tendrán casi imposible modelar un liderazgo estratégico para encabezar la oposición. Pablo Iglesias tiene la oportunidad de ocupar ese espacio. Han puesto en sus manos un Ferrari. El problema es que todavía se desconoce si tiene la capacidad para conducirlo y ni siquiera si sabe pisar el freno cuando toca. Y Albert Rivera, una vez consumada su alianza natural con el PP, está más pendiente de que los populares -necesitados de socios para el futuro- le mantengan con respiración asistida que de otra cosa. Hoy habrá gobierno, pero España necesita líderes capaces de resolver tres grandes encrucijadas: la regeneración democrática, la salida definitiva de la crisis económica y la resolución del grave conflicto territorial. Y a día de hoy nadie está en condiciones de solucionarlas.

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