Las últimas decisiones del juzgado de lo Mercantil nos permiten ser optimistas y afirmar que la patronal alicantina va en la buena senda. Un camino no exento de riesgos, peligros, algunas incertidumbres y bastantes dificultades, pero estamos en disposición de dirigirnos en una dirección clara, lo que allana mucho las cosas.

Sin embargo, es cierto que las sendas son el trabajo duro y constante de muchos pasando por el mismo sitio, nadie por sí solo es capaz de abrir ningún camino en la tupida maraña de una selva. Por eso es importante que en esta brecha de futuro se sumen más agentes y que entre todos consolidemos el piso de este nuevo reto. Me refiero, entre otros actores, a Cierval, que tiene sobre la mesa una propuesta realista y viable de interés colectivo, no sólo para evitar el desmoronamiento de todas y cada una de las patronales de la Comunidad Valenciana, sino la capacidad de su reconstrucción y redimensionamiento.

Somos una parte esencial del tejido social. Una comunidad que ya dilapidó sus cajas de ahorro no puede darse el lujo de quedarse ahora sin patronales, como no podría consentirse eliminar las entidades sindicales. Si Cierval dice sí a nuestra propuesta de regularizar situaciones del pasado a las realidades del presente, también estará diciendo que quiere empezar a construir un asociacionismo empresarial alejado de los excesos y errores del pasado. Sería reformar y cimentar bases consolidadas para contar con estructuras renovadas.

Por qué renovadas. Porque COEPA, como Cierval, o cualquier entidad empresarial tiene funciones sociales de las que nadie puede prescindir. La sociedad en su conjunto, de ninguna de las maneras; pero cualquier gobierno serio -autonómico o estatal- menos aún. Las instituciones públicas deberían apuntarse al concepto no intervencionista de las cosas, porque muchas veces los empresarios no necesitamos que se nos ayude, sino que no se nos pongan más palos en las ruedas.

La unión de agentes sociales, como somos los empresarios, permitimos establecer acuerdos de progreso con el resto de protagonistas en ámbitos tan importantes como las relaciones laborales, la fiscalidad, el sostenimiento de los servicios del Estado del Bienestar, nuestro sistema de pensiones, los convenios colectivos, etcétera? elementos que no se pueden abordar por gobierno ninguno si sólo se habla con una pared, sin permitir los ecos a aquellos que los tienen que abordar.

Al mismo tiempo, las patronales tenemos la capacidad -y ese es parte de nuestro reto- de convertirnos en entidades que colaboren en la formación de nuevas empresas. Es fundamental que apoyemos con todos los recursos necesarios a todas aquellas personas que tienen capacidades, voluntad y una idea de negocio viable, para que no se encuentren solos. Esa, la formación y acompañamiento con el ánimo de tejer un sector productivo competitivo, fuerte y con capacidad de generar riqueza y no deudas personales, es el espíritu que debe guiar a las nuevas patronales.

Una labor que debe ser absolutamente autónoma del poder político y administrativo, en el que se puede llegar a acuerdos de colaboración, pero nunca de colonización. Porque así, como ha sido en estos últimos años, se desvirtúa nuestra función y nuestra independencia. Tenemos clara la senda, ahora sólo hay que consolidarla.