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Mariola Sabuco

Hasta el próximo año

A medida que me hago mayor, menos me gusta que me trajinen con el cambio de hora. Comprendo que en la década de los años 70, para que la industria fuera competitiva, se adoptara la determinación de cambiar la hora en primavera y otoño para que el inicio de la actividad industrial se ajustara a las primeras luces del alba. La ecuación era sencilla: a menos consumo en electricidad, menores costes de producción, menor precio del producto, mayores ventas, mayor exportación, más ganancia. Ahora, con varios turnos de trabajo en las empresas, muchas de ellas operativas 24 horas gracias a la tecnología, el sector industrial admite que le es indiferente si se adelanta o se atrasa la hora, que a ellos no les afecta. Sin embargo, el sector turístico, que vive esencialmente del sol, reniega con razón contra el cambio de hora de este fin de semana. Los turistas no madrugan, no necesitan luz natural a las siete de la mañana, y para ellos es preferible tener luz solar a las siete de la tarde. Teniendo en cuenta que el turismo se ha convertido en algunas zonas del país en el motor que permite mantener la economía, resulta incomprensible que el Gobierno no se haya tomado en serio el compromiso que adquirió hace un par de años para realizar un estudio que estableciera de una vez por todas si conviene o no cambiar dos veces al año el horario en España. Llevamos tiempo más en el cambio de octubre que en el de marzo, en un debate recurrente en el que no se concluye nada práctico. El parlamento balear vuelve este año a solicitar formalmente al Gobierno central que el reloj no se atrase este fin de semana, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, dice estar dispuesto a analizar en la Comunidad Valenciana si conviene tener más horas de sol por la tarde; los profesionales de la medicina desaconsejan que se atrase una hora el reloj con base en demostrados, según ellos, efectos perniciosos en la salud de personas mayores y niños; y los economistas se muestran prudentes, conscientes de que un debate semejante apenas unos días antes de tener que aplicar la medida no lleva a parte alguna. Cambiaremos la hora, ganaremos la que perdimos en marzo, y despediremos la polémica hasta el próximo año en que se volverá a reabrir cual bucle en el tiempo.

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