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Un relato trepidante

A toro pasado es fácil hablar. Todo estaba claro. Todo se veía venir. Pero en este clima de incertidumbre política en el que estamos instalados durante el último año, la verdad es que muy pocas han sido las certezas y muchísimas las incógnitas. En este sentido, el relato de los acontecimientos por parte del medio televisivo no ha podido ser más apasionante. Y ojo, que hablo desde el punto de vista estrictamente narrativo. Ni el mejor equipo de guionistas hubiese podido escribir una escaleta tan sugerente, plagada de sorpresas, de giros inesperados.

El relato político de los últimos doce meses no tiene parangón que el de ningún otro periodo de nuestra democracia. También es verdad que en ningún otro tramo histórico el medio televisivo había dotado de vida propia, de autonomía, la materia del relato. Si el cine, decía Buñuel, está hecho del material del que están hechos los sueños, el medio televisivo, hoy en día, no se entiende sin el relato, en tiempo real, de lo que ocurre en las sedes de los partidos políticos, en el Congreso, en el Senado de uvas a peras. Y cómo no, en los juzgados.

Llegados a este punto de la actualidad, en el que vuelven a presumirse certezas acerca del inminente tránsito de Mariano Rajoy de presidente en funciones a presidente electo, el relato todavía puede depararnos sorpresas. La emoción, si se me permite el término, va a continuar hasta el último momento. Lo bueno, para quienes de un modo u otro vibran con este universo, empezando por Ferreras, es que ocurra lo que ocurra el 31 de octubre, no estaremos hablando de un final, sino de un nuevo principio.

La nueva legislatura, comience ahora o después de Navidad, se antoja incierta. Repleta de titulares, sorpresas e imprevistos. Los giros de guión estarán a la orden del día. Por lo que seguiremos pendientes de las pantallas.

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