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Necesidad de cambios

Tres hermanas

Teatro Principal de Alicante

½

De: Anton Chéjov. Compañía: Guindalera. Dramaturgia y dirección: Juan Pastor.

Exponente del realismo psicológico, el teatro chejoviano fracasó en sus comienzos, hasta que el Teatro de Arte de Moscú, con el maestro Stanislavski, cuyo método ilustra a las escuelas teatrales, halló una honda antiteatralidad contraria a la «teatralidad» en sentido peyorativo. Y esta comedia dramática triunfó con sus conflictos interiores y sentimentales y el tono sincero de los intérpretes. El ucraniano Anton Chéjov expone las relaciones y motivaciones de las personalidades acogidas en Tres hermanas (1901). Lo que reside por debajo del texto es el mensaje. El subtexto, lo que no se muestra explícitamente, es donde transcurre la acción, a través de trivialidades, en este tipo de piezas. La interpretación y la puesta en escena proyectan a Chéjov al hablarnos de anhelos, de problemas humanos y existenciales. Aun así, siempre nos quedará la esperanza de un futuro mejor. De esta forma lo quiere ofrecer Teatro Guindalera (Madrid) con el alicantino Juan Pastor como líder del grupo que pone en marcha un trabajo coral en el que cada miembro se dispone a representar el montaje. Pastor lee, describe el inicio e invita a los espectadores a evocar imágenes mediante la palabra. Actúa en un conjunto que tiene diez personajes más, uno de ellos interpretado por su hija María, una de las hermanas que padecen el hastío de su situación y que desean otra realidad en Moscú. La corrección general del reparto, Victoria Dal Vera, Ariana Martínez, Raúl Fernández, José Bustos y otros, está bien orquestada por Juan Pastor. Todos tienen el mérito de asumir un reto con cierta distensión y dinamismo. El espacio sonoro subraya emociones, y en la casa rural (que terminan perdiéndola) somos testigos de la soltería de la mayor (la maestra), de un infeliz matrimonio o de las amorosas pretensiones de algunos soldados del regimiento que se instala en la aldea temporalmente. La mediocridad, la necesidad de cambios y el conformismo anidan en un espectáculo con sabor a clásico contemporáneo. En ese análisis actual pone el ojo la «familia Guindalera». Sobra algo de hojarasca, eso sí, ya que la excesiva duración de más de 120 minutos no beneficia hoy al desarrollo de la minuciosa obra de Chéjov.

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