Más de 650 millones de personas en el mundo sufren algún tipo de discapacidad. Quienes la padecen deben enfrentarse a numerosos desafíos que para una persona sana son pura rutina. Afortunadamente, las innovaciones tecnológicas nos proporcionan fascinantes herramientas y oportunidades para mejorar notablemente la calidad de vida de estas personas y facilitar su integración en la sociedad.

Estas tecnologías disruptivas, que pueden ser usadas para eliminar o minimizar los efectos adversos de la discapacidad, se pueden usar también para potenciar las capacidades físicas de las personas y traspasar los límites ordinarios de la condición humana. ¡Así nos lo ha demostrado estos días Hugh Herr, flamante Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2016!