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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

He ahí el problema

ara este viaje del PSOE no hacían falta esas ambiguas alforjas que no han servido para nada. Dado el desorden socialista, podrían haberse abstenido hace meses y no montar este número a última hora. Y no porque lo merezca Rajoy. Defendieron una y otra vez el «no» con uñas y dientes, siguiendo las órdenes del Comité Federal con Pedro Sánchez, y ahora todos se golpean. Buscaron la abstención a empujones, en lugar de exponer un cambio de criterio por los cauces lógicos desde el principio. Otros, los discrepantes con la actual gestora y los barones, y ante la imposibilidad de un Gobierno del cambio, prefieren terceros comicios con la «credibilidad a cuestas». No tirarla por el balcón y no defender el planteamiento a corto plazo de los «golpistas». Ya lo ven. Las disidencias y la pugna por el poder no concluyen. Los militantes son los que deben decidir el rumbo, suponiendo que no vuelen lejos. La hoja de ruta camina hacia las doce anunciadas abstenciones. ¿Un suicidio? De un modo u otro se impone la celebración de un congreso extraordinario cuanto antes, tesis a la que se apunta Josep Borrell, y de unas primarias para elegir al nuevo líder. ¿El PSOE se había «podemizado», como dicen las lenguas oficiales, o más bien resulta que muchos electores ven igual al PP y a los socialistas? El «no es no» sigue siendo por «coherencia» la proclama del bailarín Iceta y de otros, Patxi López, por ejemplo, tras su reelección como primer secretario del PSC, que no es una federación y que es independiente de las decisiones de la dirección general. En cualquier caso, la disciplina de voto está medio rota, mientras la baronesa Díaz y el resto de compañeros afines, que asaltaron Ferraz, quieren mantener prietas las filas. Alborotan el patio y después reclaman unión. He ahí la duda del Hamlet moderno: «¿Qué es mejor para el alma del PSOE, ser la muleta del PP, defraudar a muchos de sus cientos de miles de votantes, o empuñar la espada con el «no quiero» en el altar de la Cámara?». Este es el problema. Ser o no ser. El plan que unos y otros proponen para el partido. ¿Un claro proyecto con alternativas? Sánchez vuelve, tuitea y no dice nada.

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