La convocatoria del pasado viernes sobre el estado de la ciudad tuvo mucho de acto municipal de trámite y encorsetado, pero muy poco de debate abierto a la participación. Y aunque es cierto que las actividades institucionales tienen sus propias liturgias, se ha tratado de buscar un acto de cara a la galería con el que poder publicitar una gestión tan escasa como contradictoria. No es solo el formato, sino el relato construido por el Gobierno municipal lo que devalúa un inexistente debate organizado realmente como simple elemento para el consumo mediático, sin olvidar la abulia de un alcalde silencioso que ni siquiera se molestó en intervenir.

Ahora bien, más allá de los discursos autocomplacientes y de las palabras huecas, hay numerosos temas importantes para la ciudad y los vecinos que no fueron abordados adecuadamente, aunque para hacerlo se hubiera necesitado más humildad y una mirada mucho más elevada de la que habitualmente se utiliza en el Ayuntamiento.

Creo que los partidos políticos representados en el consistorio deberían de haber pedido perdón a la ciudadanía por las energías perdidas en enfrentamientos, peleas y disputas estériles, especialmente las protagonizadas por el Tripartito. Pero también los partidos de la oposición tendrían que reconocer que sus candidaturas electorales han sido poco respetuosas hacia los electores y hacia la ciudad. Dieciséis meses después de las elecciones municipales, los dos portavoces y cabezas de lista de los dos grandes partidos de la oposición, el PP y Ciudadanos, no están en el Ayuntamiento al haber dimitido por distintos motivos. A ello se suman los dos concejales que ya no pertenecen a las formaciones en las que se presentaron, tanto en Ciudadanos como en Guanyar, manteniendo sus actas. Sin olvidar las tensiones políticas que en el PSOE se han venido produciendo. Objetivamente hay que reconocer que Compromís ha sido hasta el momento el partido político que mayor estabilidad ha trasladado al Ayuntamiento.

También el Tripartito debería de pedir perdón por haber alimentado en estos meses un clima de tensión y crispación en la ciudad. No se trata solo del mal ambiente que entre ellos mantienen, siendo incapaces de reunirse para decirse a la cara lo que por el contrario no paran de lanzarse a través de los medios de comunicación, sino de la espiral de filtraciones, rumores y acusaciones mutuas para desgastarse y desprestigiarse que vienen espolvoreando desde el día siguiente a hacerse con el Gobierno municipal. Ya está bien que el Tripartito traslade sus problemas e incapacidades a la ciudad, alimentando desencuentros y utilizando a los medios para tirarse los trastos a la cabeza. Y por si fuera poco, tienen a media ciudad encabronada, actuando desde un maniqueísmo infantil bajo el cual «o estás conmigo o estás contra mi», sin matices de ningún tipo.

Considero que un Gobierno local tiene como objetivos esenciales asegurar una vida adecuada para sus vecinos y, por tanto, dar respuesta a cuestiones básicas que son de competencia municipal, entre las cuales se encuentran que las calles estén limpias, que sus parques y jardines estén cuidados, que el mobiliario urbano esté bien mantenido y en perfecto uso. Hoy en día, Alicante presenta tantas deficiencias en todo ello que se está dañando la calidad de vida de sus vecinos y erosionando la proyección exterior de la ciudad. Pero también un Gobierno municipal debe trabajar activamente con otras administraciones para que la ciudad desempeñe el área de centralidad que ocupa, teniendo unas adecuadas comunicaciones metropolitanas y en sus corredores económicos. Sin embargo, la conexión ferroviaria con Murcia es tercermundista con una vía sin electrificar del siglo XIX, las cercanías con Elche son deplorables, mientras que la comunicación por tren con Valencia es sencillamente vergonzosa, sin olvidar que tenemos un aeropuerto internacional incomunicado por tren a pesar de que la vía pasa a unos pocos centenares de metros.

Y aunque hay otros muchos temas que merecerían ser tratados, no podemos dejar de señalar la importancia de una estrategia firme y de envergadura contra la pobreza y la desigualdad en la ciudad, algo que en campaña electoral se mencionaba como una prioridad para las fuerzas políticas que ahora forman parte del Tripartito pero que parecen haber olvidado. Alicante avanzaba como una ciudad zombie, cada vez más fragmentada y polarizada, con disparidades acusadas entre barrios y sus habitantes que la crisis ha ensanchado todavía más, extendiendo fenómenos de exclusión social por la ciudad como si de una infección se tratara. La geografía del paro, de la renta disponible, de la formación y de la pobreza infantil en los distintos barrios de la ciudad nos dibujan unas desigualdades crecientes, y en algunos barrios muy peligrosas, que están alimentando un deterioro urbano y social imparable.

Nada de ello fue abordado en un fallido debate sobre el estado de la ciudad. No parece que todo ello se comprenda adecuadamente en nuestro Ayuntamiento.

@carlosgomezgil