Cáscara seca. Eso es lo que me parece a mí que están convirtiendo la política estos nuevos políticos del cambio. Porque, ¿de verdad que está le gente muy preocupada por cambiar los nombres de las calles y con eso se les acaba el paro? ¿Están los autónomos, que no llegan a final de mes, inquietos por si los concejales de Badalona van a trabajar en el día de la Hispanidad? ¿Se arreglará el paro juvenil llevando a los plenos municipales la prohibición de las corridas de toros? ¿Acabaremos con los desahucios dirigiéndonos a todas las personas en femenino como hace la CUP?¿Bajará la botella de butano, tal como, parece ser, siempre preguntaba Alfonso Guerra en el Consejo de Ministros, al poner reinas magas en el desfile de la Cabalgata de los Reyes Magos?

Ya lo sé. A usted todas estas comparaciones le parecen absurdas y demagógicas. Correcto. Pero contra la demagogia de unos gobernantes que solo gobiernan para sus collas, no cabe sino que el absurdo de llevarlos a su propio dilema de tontuna. Todo el tiempo derramado en causas absurdas, o simplemente innecesarias, o no urgentes, convierte el espectáculo de la política en una especio de patio de colegio pero con niños atontolinaos. Si de verdad, después de un robo masivo perpetuado por algunos del PP, los que vienen, vienen para hacer esto, no se asusten ustedes de que elección tras elección, el PP suba.

Estos del folclore populachero se empeñan en pensar que esto es lo que hay que hacer, porque así se lo ha pedido su electorado. Y entonces la alcaldesa de Madrid decide no ir al desfile militar y piensa que está bien. Y cuando todo el voto empieza a concentrarse en votar al PP corrupto, que no se ha regenerado, se preguntan por qué. Y no son capaces de desprenderse de esa caspa barata que significa estar pensando en las cosas más nimias que ha parido madre. Mientras unos se agolpan en la cola del paro, o se encabronan pagando unos impuestos muy altos; otros se reparten sobres de mordidas. Unos repeinaos que se creían los más listos de la clase.

Gobernar es más difícil de lo que parece. Pero hacerlo desde el sectarismo sólo corresponde a un ejercicio de irresponsabilidad supina. Si todo lo que tenían para ofrecernos de regeneración, era un puñado de ocurrencias de «todo a cien», entonces esperaremos sentados para que venga un PP, que hasta es posible que ni se regenere, a volver al machito.

Deben de dar más miedo que los que roban. O deben de ser de menos confianza que los que están. O no solucionan los problemas, mientras sus asambleas les instan a «tontolinás». Porque el Alcalde de Valencia, que iba en bicicleta, descubrió que para dirigir la ciudad necesitaba algo más que dos ruedas. Poquito le duró la demagogia barata de la bicicleta. Entre los cochazos de 200.000 euros y un coche para que el Alcalde de Valencia ejerza sus funciones hay por lo menos 170.000 euros. Ven, las cuentas salen y no es necesario subirse a la bicicleta. Se trata de solucionar los problemas de la gente.

Hay un buen amigo mío que dice que mejor dejarlos en su línea. Que no conviene decirles que todas esas ocurrencias acabarán cansando a la gente a la que ellos dicen defender, y su voto cambiará. Lo malo, dice mi amigo, es que aprendan a gobernar con sensatez, para todos y de manera honrada, que eso de momento lo son. Pero si votación, tras votación, el PP saca más votos, es porque ellos no han hecho ninguna autocrítica.

Más cascaruja significa que a sus gobiernos del cambio les quedan tres minutos. Los minutos justos para contar un chiste malo, como muchas de las tonterías implementadas. Gobernar desde la sensatez, necesita de la honradez. Nada me dice que no sean honrados. Pero con tanta ocurrencia van a poner a Gürtel de nuevo en la casilla de salida. Es cuestión de tiempo. Si no aprenden, y todo apunta a que no, el cambio será que a ellos los cambiarán por otros. Y será votando. Lo peor que les puede pasar: que la democracia los quite por ocurrentes.