Mariano Rajoy dijo que «en este momento (Portugal) es el único país de Europa donde ocurre que el partido más votado en las elecciones no sea el que ostenta el poder ejecutivo». Los socialistas portugueses consiguieron situar a su líder, Antonio Costa, como presidente del Gobierno tras ser segunda fuerza en las elecciones del pasado 5 de octubre de 2015.

Como otras veces, Rajoy mintió: hasta 19 gobiernos de coalición existen en Europa, y en cinco de ellos la primera fuerza no forma parte del mismo. Además del ya mencionado caso portugués están Dinamarca (partido liberal con el 19,5% de los votos), Bélgica (derecha francófona 3ª fuerza con el 9,7%), Luxemburgo (coalición Partido Democrático y socialistas frente al Partido Popular, el más votado) y Letonia (partido local Liepaja, coaligado con la Unión de Verdes y Agricultores, quinta fuerza en el parlamento letón).

Por su parte, Susana Díaz dijo que el PSOE con 85 diputados (22,67% de los votos) no podía gobernar y se debía pasar a la oposición. ¿Por qué dijo eso? Entre otras causas por animadversión -justificada- a Podemos e IU que no le votaron y tuvo que acudir en su ayuda Ciudadanos. Pero con ello estaba condenando a que Pedro Sánchez no intentara formar un gobierno de cambio, por lo que los socialistas deberían darle el gobierno a Rajoy, ya que ir a unas terceras elecciones era la peor solución y que ha desembocado en el esperpento del «golpe de mano» orquestado por el sector crítico para desbancar al secretario general, y poniendo una gestora. Como dijo Borrell, pero si lo que hacía Sánchez no era otra cosa que cumplir con lo que dijo el Comité Federal: «No a Rajoy».

Podemos solo quería el poder como demostró Pablo Iglesias al pedir, sin ningún pacto previo con el PSOE, la Vicepresidencia, el Ministerio del Interior, Exteriores, Economía, el CNI y el BOE, ¡toma ya! Y como no le ofrecieron participar en el Gobierno -pues Ciudadanos se oponía y no había quorum bastante- prefirió Podemos votar con el PP en contra de un gobierno socialista, lo que produjo unas nuevas elecciones, en perjuicio de ellos, perdiendo más de un millón de votos, y del PSOE y Ciudadanos, en beneficio del PP.

Pedro Sánchez cometió el error de no acudir a sus compañeros directivos y a la opinión pública diciendo claramente que un gobierno con Podemos no era posible por el veto de Ciudadanos, pero que se presentaba a la investidura para un gobierno socialista con los votos de Podemos y nacionalistas, y la abstención de Ciudadanos. Y si no le votaba Podemos (ya hay voces que critican votar contra Sánchez en la primera) o no se abstenía Ciudadanos, serían los culpables de unas terceras elecciones, pues él tenía las decisiones del Comité Federal de decir no a Mariano Rajoy.

Lejos de eso, varios de la ejecutiva dimiten de sus cargos con la peregrina idea de que al estar la ejecutiva en minoría está disuelta y ya no es secretario Pedro Sánchez. Un disparate se mire como se mire. Es como si dimitidos una mayoría de ministros ya no existe la Presidencia del Gobierno. En los estatutos socialistas no existe esa causa de cesar a su secretario. Lo recto es una convocatoria del Comité Federal y decidir que se revoca el mandato del no al PP, y admitir la abstención, en vista de la paralización para la formación del gobierno del partido más votado. Y si su secretario no estuviera de acuerdo, debería dimitir. Pero nadie ha querido aparecer poniéndole el cascabel al gato de la abstención. Y han hecho una voladura descontrolada en el peor momento. Mal, muy mal.