Borrasca escénica

Ambos personajes, provistos de su realidad humana y social, emplean los recursos de una interpretación para interactuar con los críticos observadores en el ámbito de un sobrio espacio y de la dramaturgia épica o brechtiana (refiriéndonos a Brecht) que utiliza el distanciamiento, la acción contada de modo narrativo para ahondar en el trasfondo de los dos. Los actores-narradores recuerdan una serie de hechos relacionados con su función policíaca e intentan transmitirlos con el peso de la palabra principalmente. La gestualidad, la voz y el movimiento de Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta protagonizan Lluvia constante, del estadounidense Keith Huff, según la adaptación, que también ha dirigido, de David Serrano. La solvencia profesional del reparto y de todo el equipo condujo a una salva de aplausos con los espectadores, no muy numerosos, de pie. Los protagonistas son lo más sobresaliente de esta borrasca escénica que acogen con pulso sostenido, fluidez e intercambios enérgicos a la hora de mostrar sus respectivos papeles. Más que del texto de Huff, las exigencias de la teatralidad dependen de los sólidos intérpretes. Los policías, colegas desde la infancia, muestran su lealtad, pero también sus aparentes antagonismos. La amistad, el deber, el honor o el concepto de la familia quedan cuestionados. ¿Qué es ético o no? Así, Peris-Mencheta es el tipo depresivo y alcohólico, y Álamo es la acentuada pasión, incluso violenta, que empuja a cometer errores pese a su buen corazón en el fondo. ¿Fatalidad o malas decisiones? La poética teatral da cobijo a la dolorosa historia que cada uno expone desde su punto de vista. Dani y Rodo se complementan en la obra, un «clásico contemporáneo» que no es comparable, por mucho que lo diga el director David Serrano, a la fuerza interior y las tormentas atmosféricas más explícitas, dentro de lo que cabe en el realismo y las propuestas tradicionales, eso sí, de Arthur Miller o Tennessee Williams. Aquí los policías en acción no funcionan en la línea del documental y de la telerrealidad, sino que, como en cualquier juicio, la sala escucha, evoca imágenes, a través del sugestivo poder de la expresión verbal, y extrae conclusiones. Por ahí va.