Nunca voté a Juan Pascual Azorín para la alcaldía de Elda. No sólo no lo voté sino que apoyé, en alguna ocasión, a algún contrincante suyo. No apoyarlo, mejor dicho, haberme enfrentado a él en numerosos escritos en este periódico, me trajo algún que otro problema en mi trabajo. Tiene la política estas cosas. Cuando yo escribía en contra del PSOE, y lo hice en muchísimas ocasiones, me enviaban a militantes socialistas, o funcionarios, para rebatir lo que era mi opinión. Era cachondo ver como personas incapaces de firmar artículos contra mí, se aventuraban a enviar misivas a este periódico cada vez que yo publicaba. Nunca en mi vida he contestado a un artículo que hablase de mí.

Nunca voté a Azorín, y a pesar de mi lengua afilada, mantuve y mantengo una excelente relación personal con él. Nunca confundí los términos del debate político con el personal. Él fue mi alcalde, aunque yo no lo hubiera votado. Pero la gran mayoría de gente en Elda lo respaldó en varias ocasiones, y yo siempre respeto la voluntad democrática de la gente. Porque creo en este sistema.

Azorín hizo cosas bien y otras no tan bien. Pero no escribo este artículo para repasar su trayectoria política. La gente lo votó y lo dejó de votar. Pero nadie podrá decir que utilizase el sectarismo como herramienta. O por lo menos lo intentó evitar. Al final, lo que tenemos que defender los que queremos proteger el sistema democrático representativo, es que las personas que son elegidas por su pueblo para representarlas merecen un hueco en la historia. Siempre que no hayan hecho tropelías. No me consta que sea el caso. Es más, la persecución que el Partido Comunista (ahora se llaman Izquierda Unida para suavizar el término), unidos con el PP más rancio, lo persiguió en el juzgado y fracasaron.

Lo malo de estos niñatos comunistas nuevos es que manda el comité de ancianos. Ya sólo quedan los comités de Corea del Norte, Cuba y Elda. Casi es ná. Ya no se acuerdan que gobernaron con el PSOE y fueron unos desleales. Porque estos necesitan hacer lo que ellos quieran. No entienden lo que es el consenso, mucho menos lo que significa el respeto institucional. Atacaron a Azorín porque se negó a sus juegos y a sus imposiciones. Manejaron la información torticeramente e intentaron que el juez se lo llevase por delante.

Como esta colla no cree en la justicia, a menos que le dé la razón, cuando se dictó sentencia hace algunos días y se le exculpó de todo, ellos siguieron erre que erre. Lo cual demuestra su catadura moral de bajeza. No hay democracia si no respetamos las sentencias judiciales. Si a pesar de que Azorín es declarado inocente, estos comunistas se echan al monte diciendo que no entienden «que el PSOE saque pecho por hechos investigados por una supuesta trama urbanística», es que están peor de lo que aparentan.

Si realmente estos sectarios tuvieran razón, muchos votos acabarían en el de su coalición. Pero de lo que realmente están contentos es de seguir en el machito para no aportar nada. Mal haría el PSOE si cree que esta es la izquierda en la que se tiene que apoyar uno. La lealtad no es comulgar con ruedas de molino, pero tampoco aprovecharse del sistema democrático para desmontarlo, y hacerlo a su manera.

Somos más los que pensamos que Azorín fue el alcalde de Elda porque la gente así lo quiso. Y que la persecución a la que fue sometido siempre tuvo como necesidad el crear insidias que nunca pudieron demostrarse. Fueron ellos, los comunistas, los que lo apoyaron para la alcaldía, no yo. Y fueron ellos los que siguen ladrando vilmente contra una persona a la que el juez ha declarado inocente. Si sigue la cacería es porque están muy enfermos en esa reunión que tienen, medio asamblearia.

Nunca voté a Azorín, pero le tengo aprecio. El alcalde Azorín intentó hacer lo mejor para Elda. A veces lo consiguió, otras no. Pero venir ahora a cuestionar el pasado para justificar la persecución política es propio de los regímenes totalitarios que asolaron Europa: el fascismo y el comunismo. Son los mismos, pero la verdad se hace camino. Azorín fue alcalde de Elda. Y no era comunista. Era socialista. No se lo perdonaron.