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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

Titanic socialista

Los críticos asumieron el prólogo que condujo a la guerra capitaneada por Susanita bajo la inspiración del señor González, al que nutre con chocolate, turrón y sediciosas bolitas de anís. Ahí está el patrocinio de los altos mandos. Del PP de la Gürtel y de tantas otras maravillas. Gana don Mariano, y el renovador talante, hasta cierto punto, se estrangula por Dios y por España aunque sea chapuceramente. Organizar un insufrible gallinero y una lucha de poder no procede para exhibir disidencias. Los contendientes guerrearon, entre gritos, sudores y lágrimas, hasta que Sánchez abandonó el campo de batalla. Los aficionados alucinan y los violines tocan música fúnebre mientras el barco hace aguas. Imaginen. La vieja guardia se acomoda en el palco de autoridades y se divierte viendo el show. Uno va a lanzar un cañonazo y otro, atento, lo frena. Las balas vuelan y el personal se agacha? Las metralletas cantan su ruidosa sinfonía y todos esquivan otra vez. Los tanques verbales circulan, y el árbitro pone multas por exceso de ardor. Sigue el fuego cruzado y aparece un bombero con un cubo de agua. Hay una tregua para ir al váter y tomar pizzas. Los entrenadores de cada bando sugieren y el espectáculo bélico vuelve a la carga. El gracioso de turno deja las bombas y tira bombones para endulzar la contienda? Las balas se terminan y lanzan puños, rosas e improperios. El árbitro pita el final de la jornada y todos quedan tocados, especialmente, por las maniobras exhibidas, las glorias del PSOE y sus fieles monaguillos. El soldado Sánchez cometió errores y contradicciones de las que nadie se salva, pero lo de algunos no son formas de airear el descontento y de obsequiar a Rajoy una abstención que ya no le interesa mucho porque puede conseguir en las urnas, quizá, una amplia mayoría. Así que, cautivo y desarmado, el Titanic socialista no toca fondo aún, si bien deberán unir opiniones y actitudes. Los disidentes representan el pasado. Provocan estupor por dar patadas, no respetar a los militantes, a la ciudadanía y al elegido en primarias y diputado Pedro Sánchez. Ni ética, ni estética. Y un paso más de la galopante degradación del establecimiento político.

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