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Fernando Ramón

Cercanías más lejanas

Registrar a diario más de ocho mil viajeros en un enlace ferroviario que une Alicante, Elche y Murcia; contar con un tren que lleva 25 años sin electrificar y con vía única; esperar desde hace más de tres lustros que un aeropuerto de la importancia de la de El Altet cuente con enlace ferroviario como marcan las directrices europeas por el volumen de pasajeros; ser, en definitiva, el tercer nodo ferroviario por su importancia de toda España no deben ser motivos suficientes para que ni el Ministerio de Fomento ni la Unión Europea hayan incluido el tren de cercanías de la provincia dentro de sus planes estratégicos para desarrollar los proyectos del Corredor Mediterráneo. Esos olvidos son los que verdaderamente lastran el futuro de una sociedad como la alicantina que de forma casi permanente ha tenido que promover movilizaciones intensas y de largo recorrido para subsanar las carencias de infraestructuras que estuvieran acordes con sus necesidades y que ha sufrido las consecuencias de no haber podido ir acompañando su desarrollo económico y social, su progreso, con unas condiciones que provocaran un efecto multiplicador. Muchos ciudadanos de esta provincia se han visto sonrojados cuando algún allegado ha desembarcado en el aeropuerto y al acompañarle en su trayecto veía impotente cómo le preguntaba por el enlace de tren tras señalarle las vías férreas a unos cientos de metros. O también han sufrido vergüenza propia y ajena cuando han cambiado de andén para pasar de un AVE a un cercanías que lo llevara a otro destino y se han topado de bruces con la cruda realidad de una línea que aspira a convertirse en algún día en fiel reflejo de la realidad socioeconómica de su entorno. Mientras ese día llega, tendremos que seguir reivindicando ante Fomento y la UE para que las cercanías no parezcan tan lejanas como ahora las contemplamos.

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