Entre las innumerables anécdotas que se cuentan del premier británico Churchill, una destaca por su rotunda actualidad: siendo neófito en las lides parlamentarias y picado de un puntito de arrogancia juvenil, le preguntó a un compañero laborista en el parlamento, mirando a la bancada de la oposición en un tono para que llegase a escucharse: «¿Esos son nuestros enemigos?», a lo que le contestó su avezado compañero de partido: «Nooo... Esos son nuestros adversarios; nuestros enemigos están aquí», haciendo un claro gesto para indicar que se refería a sus compañeros de partido.

Algo similar está ocurriendo en el PSOE, cuyos dirigentes de Ferraz y baronías territoriales varias, están logrando lo que jamás lograría el Partido Popular ni Podemos: descuartizar el partido. Porque ya da igual como termine la historia, si con Pedro Sánchez dimitido o encastillado. Lo importante es que de esta implosión descontrolada los socialistas tardarán años en recuperarse. Al final, lo que parece una batalla por el poder pura y dura, no es más que la consecuencia de una laminación ideológica sostenida en el tiempo que ha permitido cualquier liderazgo.

¿Dónde ha quedado la praxis socialdemócrata? ¿Dónde el ideario que arrastre hacia la regeneración democrática? ¿Cómo es posible que el PP, enterrado hasta la barbilla de corrupciones varias, mantenga su capacidad electoral mientras que el PSOE encadene los peores resultados de su historia?

Ciertamente que ha fallado la táctica estrepitosamente, cuando ni se desgasta el PP, ni le exigen compromisos de calado para favorecer la gobernabilidad desde la abstención, ni se acuerdan, sin mayoría absoluta el PP estaría férreamente controlado por la oposición liderada por el PSOE. Las lenguas más viperinas apuntan que no sólo el PP quiere por ello terceras elecciones: el sector opositor del propio PSOE también porque facilitaría la implosión total y se aseguran una oposición descomprometida con los grandes recortes que vienen desde Europa a la voz de ya.

Pero es que además no existe al día de hoy una estrategia de gobernabilidad. De qué si no ese miedo aterrador de los felipistas en torno a Susana (qué papelón el de González) para huir de cualquier responsabilidad de gobierno, ya desde las anteriores elecciones, si no es de la mano de Ciudadanos, que por cierto es en quien se apoya el gobierno andaluz.

Doctores tiene la santa madre socialista, pero la realidad es que al proyecto político del PSOE no le reconoce ni la madre que lo parió. Para variantes del neoliberalismo, la gente acostumbra a quedarse con el original. Y todos sabemos que si existiesen terceras elecciones, los resultados serían mejores para el PP y peores aún para el PSOE. Si lo diseñan entre todos los dirigentes socialistas no les sale peor resultado ni aun queriéndolo. Por toda la gente honrada que queda en el PSOE, les deseo una eficaz limpieza interna y un proyecto solvente que frene a tanta inmundicia, ahora en el gobierno.