Nunca salió nada bueno de las guerras fratricidas. No sé si algún dirigente socialista con capacidad para influir en la compleja situación actual, si es que queda alguno, haya caído en la cuenta de este pequeño detalle. Lo ocurrido en estos días en el PSOE es motivo de gran preocupación no sólo para este partido, sino para millones de españoles. Esta es una guerra, además, que conviene al PP y sobre todo a Podemos, pero que puede llegar a acabar con el partido de más tradición de nuestro país, que ha jugado un papel fundamental en la era democrática española. Sin embargo, en las guerras normalmente se va a muerte y no se hacen prisioneros, como en ésta.

De hecho, lo grave del asunto es que podemos ponernos de parte de cualquiera de los dos bandos y dar argumentos para sostener sus respectivas razones. Así, podríamos decir que Pedro Sánchez se está manteniendo fuerte frente a los que, por medio de argucias, quieren de manera ilegítima quitarlo de en medio. Y todo ello para colocarnos en su lugar a la andaluza, que cuando tuvo su oportunidad no se decidió a dar el paso, y a la que a fin de hacer más presentable han pasado por un taller de refinamiento de la imagen personal, antes bastante cateta. O bien podríamos decir que Pedro Sánchez es un inconsciente que tiene tal ansia de poder que no respeta nada salvo a sí mismo, y que con tal de llegar a ser presidente es capaz de inmolar al PSOE desde sus cimientos. Porque hay quienes incluso mantienen que Sánchez podría haber caído en manos de Iglesias, ese Iglesias que, en plan suavón, le decía en los debates que él no era el enemigo, lo que, si fuera listo, Sánchez no debería haber creído, porque es más oponente suyo Iglesias que Rajoy, aunque siga con su obsesión. Iglesias quiere aniquilar al PSOE y situarse en su lugar como jefe de la oposición.

En medio de este caos, la reacción de Felipe González me parece una pataleta tan infantil incomprensible. Es lógico que esperara que quien aspira a ser presidente del Gobierno de España tuviera palabra, pero que haya perdido los nervios de esta manera, lanzando este ataque a destiempo por tardío y aparentemente irreflexivo, es lo que me ha dejado realmente perpleja. Esto parece un big bang en toda regla, así que no se me sorprendan porque Ximo Puig y Echávarri puedan estar en bandos distintos, que visto lo visto es ya lo de menos.