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Fausto Morillas y Esperanza Asensi

Qué difícil es pintar. Seguramente éste sea el ejercicio creativo más complejo que haya realizado y realiza el ser humano. Ya desde las cavernas, desde el inicio de los tiempos, se ha intentado crear una realidad de imágenes similar a la existente, a la que percibimos como la realidad que nos rodea. Pero esta representación se fue transformando en una visión interiorizada y, como tal, en una síntesis de lo visto y comprendido. La abstracción toma el protagonismo como la mirada que descubre los límites de la realidad, como el principio básico de las formas, de los cuerpos, del paisaje, de la arquitectura?, su composición, su estructura. Todo ello ha ido conformando la visión real y la inventada, la recreada y construida en nuestra mente desde la inteligencia. Una visión donde lo inventado y lo real confluyen en una misma mirada (El Bosco). Pero otro campo de creación, la geometría, dará rienda suelta a la invención del espacio, de las formas simbólicas, del logo, del diseño, en la definición de su aspecto más bello y funcional. Pintar es muy difícil, porque implica el conocimiento de la pintura de todos los tiempos. El artista busca en el pasado y en el presente aquello que le sirva para andar su camino en el arte. Como Matisse y Picasso, hijos de Cezanne, o Velázquez, hijo de Tiziano y Rubens, o Motherwell, hijo de Picasso y Lorca. O los pintores actuales, hijos de Picasso, Miró, Freud, Gustom, Cy Tombly?.

La exposición de Fausto Morillas y Esperanza Asensi en la Diputación nos muestra la representación figurativa basada en dos modelos. Fausto recurre a una visión de la realidad de las salas de aeropuerto, fotografiada y pasada a pintura. Esperanza nos habla de un mundo idílico de «ninfas» adolescentes que reposan mirando al espectador, entre la distorsión con el agrandamiento de sus cabezas y la repetición de un modelo estándar. En una de las obras más antiguas de Esperanza Asensi, un desnudo masculino de espaldas, apreciamos la referencia a la pintura italiana de los cincuenta (Massimo Campigli). Una pintura, a base de trazos, donde los colores sin mezclarse crean una superficie plástica de interés, que ya pudimos contemplar en su anterior exposición en la Lonja. La obra actual, en la que desarrolla una pintura más fundida, dependiente de las formas, de la acumulación de elementos con referencia al modernismo alemán (Gustav Klimt), sin embargo, deja menos margen a la experimentación. En la obra de Fausto, una cierta voluntad de torpeza no oculta cómo el seguimiento del dibujo ya dado por la fotografía, sin el valor de la profundidad, de la dimensión del espacio, que la fotografía no da, impide la creación de las formas a partir del trazo que surge de la interiorización de esa realidad. El montaje expositivo reclama un número menor de obras, lo que daría mayor fuerza al conjunto. Es encomiable que dos pintores sigan con tenacidad estos caminos de la pintura.

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