Ya lo anunciábamos la semana pasada desde esta misma ventana. La empresa de Simon Casas, que regenta entre otros el coso de nuestra querida Alicante, se había colado de rondón en la pugna por la primera plaza del mundo. El ruedo de Las Ventas se ha consolidado sin duda como el gran epicentro del toreo y, a pesar de la desafección de parte del público en los últimos años, sigue figurando como santo y seña de la tauromaquia, para bien y para mal. Y el empresario galo, tan ambicioso como lenguaraz, nunca ha escondido que su mayor objetivo como productor de espectáculos taurinos se hallaba en los arcos neomudéjares del coso madrileño.
Tampoco tendría nada de especial esta pasión si no fuera por la unilateralidad. Es decir, Casas ama Las Ventas, pero Las Ventas nunca ha amado a Casas. Hace un par de pliegos ya se postuló la francesa como la mejor de las ofertas en apariencia, y en un requiebro de chotis de la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se la arrebataron de los brazos cuando el verborreico Simon pasaba de los piropos galantes a la petición de mano. Se rumoreó por entonces que la presidenta no admitía que la primera plaza de España la dirigiera un francés. Posibles xenofobias aparte, lo cierto es que quedó plantado en el altar el empresario, y en el siguiente proceso de concesión, como se olía otra repetición de la historia, decidió aliarse con otros pretendientes para formar un trío difícil de comprender y ciertamente desequilibrado.
Y hete aquí que llegamos al 2016, con cambio de jefa en la propiedad del coso y las nubes del animalismo hipócrita pero resultón cerniéndose sobre la fiesta, y con nuevo proceso de licitación. Cuando se publicó el pliego, sapos y culebras salieron de la boca de Simon en los medios sobre lo abusivo de aquel. Poco menos que un atentado a la fiesta por las exigencias. Todo el empresariado, salvo los Chopera de Taurodelta, coincidieron en el latrocinio que se iba a cometer. Los productores vascos, sin embargo, reconocieron a las claras que los mínimos eran asumibles y se iban a presentar. Y ese Simon Casas, embozado en su capa de amante despechado que nunca se rinde ante los desaires amorosos, se buscó en silencio la ayuda celestinesca de la empresa de turismo Nautalia y se presentó a última hora también a pujar por la hermosa doncella venteña. ¡Vaya historia para una zarzuela! Estrategia medida o engaño puro. O ambos.
Ahí no queda la cosa. Abiertas las ofertas y conocidos los números, vemos incrédulos como uno de los aspirantes ha cumplido con lo dicho: Taurodelta (junto al mexicano Bailleres) ha ofrecido, grosso modo, aquello que dijo y que se acercaba a los mínimos exigidos; Casas ha superado en 700.000? el canon de 2.100.000? requerido, amén de algunos festejos de diversa índole, promociones, obras de remodelación, ayudas a la escuela taurina y rebajas para abonados. Nadie quería una subasta por la trascendencia del enlace, y al final parece que sí la ha habido.
Los del equipo de Cristina Cifuentes ya tienen su anillo de compromiso millonario. Ahora toca decidirse por el pretendiente formal, clásico, cumplidor, el de toda la vida que queda bien en cualquier ambiente, o por el amante valiente, romántico, de versos sonoros, novedoso y arriesgado. Hay quien dice que no está el patio para esos riesgos, y que los experimentos mejor con gaseosa; hay quien defiende, por contra, que se necesitan aires modernos, renovación en el enfoque, otros argumentos. Y hay otros que, quizá como quien firma estas líneas, piensan que igual da vestir con chaqueta y corbata que ir de hispter con tirantes. La experiencia es un grado, y en Alicante hemos disfrutado a Casas como amante revolucionario de ramos de rosas, luego despechado espinoso y, finalmente, correcto esposo de matrimonio de conveniencia.
A menos que la Comunidad de Madrid estime la oferta de Casas por Las Ventas como temeraria, el empresario galo es el virtual vencedor del concurso. Con el alicantino Nacho Lloret como pieza fundamental de su equipo, lo que no deja de ser una buena noticia para nuestra ciudad. Un donjuán francés o un clásico vasco. Que la fuerza os acompañe.
