Tiene gracia. Rajoy ha acusado de todo a Pedro Sánchez por «bloquear» la formación de Gobierno, pero su correligionario Núñez Feijoo no ha aparecido con el presidente en funciones en toda la campaña gallega, ni una foto, ni un mitin en común y, es más, ha evitado las siglas PP. Y es que tanto Rajoy como las siglas PP no suman, y la mayoría absoluta está en el aire. U obtiene mayoría absoluta o dependerá de otros. En Galicia las valoraciones -diferencia entre «buena», «muy buena» y «mala» y «muy mala»- sobre la situación actual arroja un saldo positivo de dos puntos; y si los electores comparan con la situación hace cuatro años el saldo es claramente negativo: ha empeorado. Lo mismo sucede con la valoración de la gestión del gobierno autonómico es claramente negativa, mientras la de Núñez Feijoo -que preside ese gobierno- es ligeramente positiva. Es el único candidato que aprueba con un 5,24, por eso la campaña se ha personalizado en él. Estos datos son de los sondeos preelectorales del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas).

En el caso de Euskadi la valoración de la situación actual es muy positiva, más de cincuenta puntos de saldo; y cuando comparan con la situación hace cuatro años el saldo positivo es de más de treinta puntos. Lo mismo sucede cuando pregunta por la gestión del Gobierno o por la presidencia de Íñigo Urkullu las respuestas de «buena» o «muy buena» superan en más de treinta puntos a las valoraciones de «mala» y «muy mala». No hay diferencias entre el candidato y la institución, y yo añadiría entre el candidato y el partido que lo respalda, son probablemente las elecciones menos personalistas. Urkullu aprueba con el 5,96 y también aprueba Maddalen Iriarte, la candidata de EH-Bildu; mientras el resto de los candidatos roza el aprobado, Alonso el candidato del PP es el menos valorado con un 2,17.

Rajoy ha hecho campaña en su tierra, en Galicia, en Euskadi apenas ha aparecido. Algo similar le ha pasado a Pablo Iglesias, es un líder poco valorado, mientras Errejón se ha repetido en ambas campañas. Pedro Sánchez ha estado más presente en ambas campañas electorales. Con ese panorama, en mi opinión, sacará más de lo que el CIS le pronostica: El PNV subirá hasta entre 28 o 30 y el PSOE con 8 o 10 será el que aporte el apoyo para garantizar la gobernabilidad. En Galicia lo más probable es que gobierne Feijoo con mayoría absoluta (38 o más), o en el peor de los casos con Ciudadanos, que puede ser decisivo.

En Castilla-La Mancha y Aragón, donde el PSOE tiene menos escaños que el PP, los gobiernos socialistas de Page y Lamban dependen de los votos de Podemos. También en Extremadura la mayoría depende del apoyo de Podemos. Es donde los «podemitas» más presionan, o condicionan si se quiere, la gestión del PSOE. Sólo en Andalucía la presidenta socialista (47 diputados) ganó la investidura (55) con los votos de C's (9) que no sumaba mayoría con el PP (33). Algo parecido sucede en Asturias, y en la Comunidad Valenciana, donde la derecha (PP + C's) no suma. A cambio de la abstención en la investidura de Rajoy, la oferta del vicesecretario del PP, Martínez Maillo, fue sustituir el apoyo de Podemos en algunas comunidades autónomas por los votos populares. En definitiva, trasladar la «gran coalición (PP-PSOE)» y la «gobernabilidad» al nivel autonómico. Quizá por eso algunos líderes regionales socialistas han tenido varios accesos de responsabilidad.

Las campañas electorales se dirigen a los electores; pero se dirigen tanto o más a afiliados y militantes de los respectivos partidos. La campaña de presión sobre el secretario general del PSOE ha revalorizado su imagen ante sus electores, y le han hecho la campaña de las primarias para secretario general pase lo que pase mañana, o en el Comité Federal. Barrerá gracias a algunos «barones» y a la campaña mediática para que se abstenga en la investidura. El PS de Euskadi puede ser clave para la gobernabilidad de Euskadi incluso el PS de Galicia -esto es muy difícil- si la derecha no sumara mayoría absoluta. Pero, los del «derecho a decidir» no van a ser decisivos en ninguna de las dos comunidades, tendrán que elegir entre seguir «metiendo miedo» que dice Iglesias; o «muerte» a la forma de hacer política anti institucional, sin comprometerse en propuestas ni en coaliciones. O susto, o seducción, que diría Errejón.