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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

En el archivo municipal

Si me pierdo este otoño, que me busquen en el Archivo Municipal de Alicante. En la calle Labradores. A un tiro de piedra de la concatedral de San Nicolás. Uno de los emplazamientos más hermosos de la ciudad (otro bellísimo, y no hay muchos más para inventariar, es el rincón de la plaza de Santa María mirando hacia el Museo de la Asegurada).

Si me pierdo, que me busquen en el Archivo. Un lugar que lo tiene todo para sentirse bien. Emplazamiento único. Comodidad y limpieza. Toda la prensa alicantina en edición impresa. Dato importante: en papel. Para los que nos resistimos al cambio. Llibrets, publicaciones de todos los ámbitos relacionadas con la ciudad. Todo eso a la vista. En la sala de consulta. Y después, en su interior, los tesoros. Legajos, diarios y revistas originales, bocetos de Hogueras primigenias, documentos festeros de toda índole.

Y lo mejor de todo. Muy buena gente a su servicio. Santiago Linares, Agustín Medina y Susana Llorens atienden con una sonrisa. Y quién se resiste a la contemporización. Lo malo es que el horario de atención al público, apenas tres horas, a partir de las 10 de la mañana, pasa en un santiamén. En mi última visita coincidí con César López Hurtado, y echamos la mañana. A quienes nos gustan los cara a cara, encontrarnos con gente sin móvil de por medio es como hallar un tesoro.

Recuerdo, en pleno junio, haber pasado allí una mañana singular. Igual a todas pero diferente a todas. Comenzaron a repicar las campanas de San Nicolás. Salí a la cancela del palacio, cuyas puertas, abiertas de par en par, dejaban ver las del edificio de enfrente, sede de la Concejalía de la Juventud. Entraba la luz característica de los días más largos del año. La gente bullía por la calle Labradores. Y era como estar en otra gran ciudad, con solera, estando en la tuya. Hermoso.

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