Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mercedes Gallego

Lutos y velos

No hace tanto que en este país a la muerte de un familiar inexorablemente le seguía un periodo de luto en perfecta sintonía con el negro de aquella España todavía oscura de postguerra, penurias y prohibiciones. El dolor por la pérdida de un ser querido se mostraba así, públicamente, a través del color de la ropa, de las ventanas cerradas y hasta de la tele sin poner en una especie de ritual que nadie ordenaba pero que todo el mundo cumplía. Una norma no escrita que ni quienes estaban en contra (y me consta que detractores tenía) se atrevían a contravenir en parte por el peso de la tradición, por la presión familiar y, sobre todo, por el rechazo social que podía provocar no seguirla. Del luto se pasaba al medio luto en lo que suponía para los allegados del finado la vuelta de nuevo al mundo de los vivos después de un periodo no inferior al año más cerca del de los muertos.

Eran años en los que tampoco en este país ninguna mujer osaba entrar en una iglesia sin cubrirse la cabeza con un velo o con los brazos sin tapar por una rebeca, una prenda que en mi subconsciente tengo asociada a ese escenario y a esa etapa en concreto de mi infancia.

No recuerdo en qué momento la pena por la pérdida de los más cercanos se dejó instalada únicamente en el interior, sin necesidad de conjuntarse con el color del vestido, ni cuando lo que comenzó a condicionar la ropa con la que se entraba a los templos la marcaba sólo la temperatura. De lo que sí me acuerdo es de la sensación de libertad que llegó con la extinción de aquellos ceremonialesy que ésta fue poco a poco recorriendo el pequeño pueblo en el que vivía hasta quedarse para siempre. Me acuerdo de eso y de que nunca nadie los prohibió.

Lo que ha traído a mi memoria aquellos años teñidos de negro ha sido el incidente en un instituto de Valencia por el uso del velo de una estudiante musulmana, un asunto sobre el que le confieso que tengo opiniones encontradas salvo el convencimiento de que en la prohibición no está la solución y de que los derechos fundamentales (y la educación lo es) están por encima de cualquier otra consideración. Aunque, al final, todos los velos se parezcan.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats