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Marc Llorente

Meritoria labor

El cantar del arriero

Teatro principal de Alicante

Música: Fernando D. Giles. Compañía Lírica Alicantina.

O es poco tener casi cincuenta años de actividad dedicada a difundir el género lírico-dramático español. Alicante tiene la suerte de que la Compañía Lírica Alicantina continúe su meritoria y esforzada labor para deleitar a los aficionados a la zarzuela. Nunca ha dejado de latir pese a los altibajos vividos durante su dilatada historia. Ha habido voces que han reivindicado la creación de una nueva Compañía Nacional de Zarzuela o de algún concurso de composición zarzuelera para revitalizar y promover la realización de nuevos títulos. En cualquier caso, siguen reponiéndose periódicamente las obras más notables del amplio repertorio, como El cantar del arriero (1930), representada el domingo en el Principal. La partitura del andaluz Fernando Díaz Giles y el libreto de Serafín Adame y Adolfo Torrado ponen en pie las dos partes, en prosa y verso, con Mariblanca, el mozo enamorado de ella, el jefe de los arrieros o el dúo cómico con la moza y el tipo rústico que la quiere. La acción, en una venta cercana a la Puebla de Sanabria. Y entran en órbita las habituales intrigas de amor, los celos, el tradicional recurso del disfraz, los tópicos y las situaciones de corte popular con sus trazas folclóricas, según los más estereotipados esquemas. Sin apoyarse el espectáculo en fórmulas donde la plástica, las expresiones de los intérpretes o los modos escénicos (en la medida de lo posible) se resuelvan con la frescura de un musical de hoy, los números musicales cumplen su objetivo en una puesta en escena básica, que no otra cosa se persigue para encender la chispa de la zarzuela. El barítono José Rubio tiene una cultivada y vigorosa voz que proyecta muy bien. La soprano Juana Mª de Toro brilla en los pasajes que suben de intensidad, y el tenor José Manuel Mas responde a las exigencias. Resalta el gracejo de Tomás Sogorb, entre otros, como José Serraima, actor y director artístico. Se incluyen una rondalla y el preciso y elegante baile español de Gema Gómez y Mar Mira. O el nutrido coro y la brillantez de la Orquesta Sinfónica del Vinalopó con la batuta de José A. Pérez.

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