Jean Claude Juncker se ha caído del caballo; ha sido de repente, y a lo que se ve, el golpe le ha producido una conmoción social que desconocíamos cuando ejercía de primer ministro de Luxemburgo -varias veces- o como presidente de la Comisión Europea. De manera repentina, ha descubierto ahora la necesidad de una Europa más social que recupere el genuino espíritu de la construcción europea del siglo pasado.

Atrás quedaron sus emplastes fiscales que supusieron una pérdida de muchos millones de euros que muy bien pudieron hacer caja para esas políticas sociales que el visionario Juncker ahora entiende que necesita la Unión Europea en plena crisis ética y de modelo. Pero cuando él gobernaba el Gran Ducado, las principales empresas luxemburguesas disfrutaron de unas condiciones fiscales injustas e ilegales según las normas europeas: 340 multinacionales pactaron con Luxemburgo pagar tipos fiscales inferiores al 1% para reducir su factura fiscal en otros países europeos: una ayuda a las multinacionales para ahorrarse millones de euros en impuestos. Los acuerdos entre las empresas y el gobierno luxemburgués se firmaron entre el 2002 y el 2010, años en los que Jean Claude Juncker era primer ministro.

El escándalo estalló en 2014, siendo ya dignatario de la UE pero no pasó nada; entonces el caballo estuvo quieto, nadie lo espoleó y él no se cayó del cargo público. Y encima, el tema salió a la luz cuando él prometía mano dura contra estas artimañas mientras que las grandes empresas transferían a Luxemburgo sus beneficios a fin de que no fueran objeto de impuestos, o con tipos inferiores al 1%. Al país con la renta per cápita más alta de Europa.

¿Qué pretende hacernos creer Juncker? Cualquiera que le interese mínimamente la situación europea, sabe de la existencia de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que sigue en vigor, aunque para la mayoría de burócratas de Bruselas es como si le hablamos al agua del aceite hirviendo. Naturalmente que la exaltación social de Juncker ha pasado sin pena ni gloria cuando lo que debería haber recibido es una cascada de críticas ¿Por qué no reivindica dicha Carta de Derechos Fundamentales y la partida presupuestaria para su cumplimiento a nivel europeo? El infierno está lleno de postureos en forma de buenas intenciones, señor Juncker.

Mejor haría en leerse al menos los títulos III y IV de la Carta en cuestión que tratan sobre la igualdad y la solidaridad en los que encontrará abundante munición para disparar contra las políticas insolidarias que viene practicando la UE con él a la cabeza, durante varios años, en los primeros puestos de responsabilidad. Incluso se publicaron unas explicaciones para interpretar mejor dicha Carta de Derechos. Pero es mejor juzgar la realidad como si todo comenzase con su deslumbrante caída social del caballo obviando, of course, la situación escandalosa de los refugiados que están malviviendo junto a nuestras fronteras cerradas con la Carta de Derechos pintada en el cielo.