Son las cinco de la mañana y con los ojos abiertos, y sin poder dormir, y esperando que empiece a llenarse la casa, lo que ocurre muy pronto, y empiezan las carreras, y todos en la cocina desayunando, y el fotógrafo y los del video que ya han llegado, y también las peluqueras y maquilladoras, y las niñas con tantos nervios y tanta emoción, y todas las chicas con la lagrima fácil que asoma a cada momento, y repitiéndonos ¡no llores que se te va a correr el rímel!

Y papá que no sabe ponerse los tirantes, y que me dice que le ayude con los gemelos, y nuestros amigos mejicanos compartiéndolo todo y riendo y gastando bromas, y todos seguimos corriendo y acelerados, y ahora suena el timbre y alguien que dice que trae flores, y todos nos miramos y nos preguntamos: ¿flores? ¡Claro, pero si es el ramo de la novia! ¡No nos acordábamos! Y de nuevo las risas, y las bromas y los nervios y la emoción .

Y ya son las once y media, y claro llegamos un poco tarde, y las lágrimas de alegría siguen presentes, y el rímel colabora y aguanta en un guiño de complicidad.

Y la catedral luce espléndida y el coro «a capella» canta esplendoroso, y el cura se enternece al ver el cariño y el amor de los novios, y resulta que también es de lágrima fácil, y suenan las campanas, y aletean las palomas, y ya son los novios marido y mujer, y me parecen la pareja más enamorada del mundo, y vuelan el arroz y las flores, y vamos presurosos a recibir a los invitados para el convite, y todos entramos en un mundo mágico que mi amiga Gertrud había creado para nosotros, y van llegando amigos y familiares, y veo caras de felicidad y sonrisas, y luz en las miradas, y elegantes pamelas y tocados, y suena el quinteto de música, y hay sorpresas que me encantan, y escucho el discurso del padrino y de la hermana del novio, que nos emocionan y conmueven, y siguen el brindis y la tarta y el vals, y el baile hasta entrada la madrugada y la horchata y los deliciosos «fartons».

Y todo es mágico y singular y es que como dice el Dalai Lama en su libro El arte de la felicidad, está se basa de forma muy importante en compartir, y es que ser feliz no tendría sentido si no podemos hacer partícipes de ese sentimiento a los demás, pues la mejor felicidad es la que extendemos a los que nos rodean, de modo que elige ser feliz siempre que puedas, porque la felicidad es una actitud, y rodéate de personas medicina, que mayormente son felices, pues la felicidad se potencia, se recarga y se contagia.

E intenta compartirla, y regala sonrisas y palabras amables, y besos y abrazos, que no se acaban, y es que la felicidad es infinita, y cuanta más des, más te va a llegar.

Y me cuenta mi hija María, que sabes, mamá creo que de esta boda van a salir muchas otras, porque todo el mundo estaba feliz y quería enamorarse, y me parece que sería muy bonito que una pareja que acabara enamorándose se hubiera conocido en una boda, y miro las fotografías y cierro los ojos y tengo tan buenos recuerdos de ese entrañable día, que doy las gracias por todo y a todos los que estuvisteis conmigo en mi corazón, compartiendo el día más feliz de mi vida.