La economía chuta. Tiene pelotas y no hay guardameta enfrente que las pare. El empleo funciona a todo gas y en todos los sectores. Los salarios progresan adecuadamente. Fluye el crédito con el beneplácito de la banca? Los jóvenes cogen el petate, corren y alquilan viviendas. O compran pisos porque pueden. Viven holgadamente y llegan a fin de mes sin problemas. No les falta de nada y se permiten el lujo de realizar proyectos. Los ingresos estatales y la caja de la Seguridad Social prosperan, y las pensiones danzan alegres El baile de los pajaritos. Las familias navegan viento en popa a toda vela, a día de hoy, y han mejorado los derechos y los servicios sociales. La desigualdad pierde en favor de la cohesión social, y el desempleo se desinfla y crece el trabajo digno por todas partes. La corrupción está bajo control totalmente? Los despilfarros ya no existen, ni los fraudes de ningún tipo. Nuestro país y los demás países van bien. Triunfan el diálogo, la ética y la sensatez. El orgullo y el egoísmo se diluyen, y las élites del mundo no practican la depredación y se vuelven vegetarianas. Las clases dominantes abandonan el Olimpo y pisan a ras del suelo. La gente maneja las riendas de su vida y toma posesión de las instituciones democráticas. La limpieza total es un hecho y gobiernan otras formas. Las energías verdes viven y dejan vivir, y ganan el desarrollo sostenible y la paz. El «proceso de desconexión» pone en marcha el «coitus interruptus» y se impone la cordura de unos y otros. Vence la tercera vía y se dejan las vías muertas, las cachiporras guiñolescas y las hojas de ruta que no conducen a ninguna estación. El Gobierno »regeneracionista» del cambio lanza confeti e invita a cava al personal. Caen los integrismos, las intransigencias y los abusos de diversa especie. El Estado del bienestar se asienta sobre bases sólidas y la población despliega sus alas. ¿Todo esto tendríamos, más o menos, si hubiera un Ejecutivo progresista? Sea como fuere, anúlese el bloqueo político y dejémonos de continuas e insufribles campañas electorales. Abandónense los vetos tóxicos y húyase de las contaminaciones populares. Y no nos empujen más hacia nuevos votos.
