Desde que nacemos hasta el final de nuestros días no dejamos de aprender. Cosas importantes o cosas triviales, sin importancia, pero siempre aprendemos de todo, y de todos. Es la condición que ha hecho a la especie humana lo que hoy es, tanto en lo bueno como en lo malo. La formación no sólo es una pulsión vital de las personas, también es una necesidad exigida en el siglo XXI. Especialmente para aquellos que quieren encontrar un trabajo y, lo que es más importante, no perder la vida en él. Hay trabajos potencialmente más peligrosos que otros y en nuestra tierra la construcción es uno de ellos. Es fundamental que las personas que desarrollan esta actividad se sientan seguros, trabajen seguros y dispongan de conocimientos suficientes para volver a sus casas tras la jornada laboral.

En este sentido, empresarios y sindicatos hemos hecho desde siempre una fuerte apuesta por la formación en materia de seguridad para todos los sectores. En este sentido, y no en otro, también fue desarrollado el «simulador de accidentes» que se encuentra ubicado en la Casa de Oficios que hoy se encuentra cerrada y sin activad en la ciudad de Alicante.

La formación teórica tiene mucha importancia, pero no es menos cierto que la puesta en escena de situaciones reales que el trabajador se puede encontrar también es básica para adquirir los conocimientos y las herramientas de seguridad. No sólo en la construcción, sino en todos y cada uno de los puestos de trabajo de cualquier sector.

Las organizaciones sindicales y los datos del Ministerio de Trabajo concluyen en aumentos significativos de casi el 40% en los heridos graves en accidentes de trabajo. Un incremento también de más del 15% en los registros en los desplazamientos previos o posteriores a la jornada laboral. Y los incrementos son generalizados en todos los sectores, principalmente en la construcción, pero en números absolutos sigue siendo preocupante la cifra de los registrados en la industria y en la hostelería.

En la actualidad, ahora que hay un incipiente repunte de la economía, corremos un riesgo serio. Comenzamos a rescatar, muy poco a poco, a trabajadores que han estado en situación de desempleo durante algún tiempo. Tiempo que ha generado que determinadas pautas se hayan olvidado o se hayan relajado. La formación o es continúa o no lo es, y difícilmente puede ser continúa cuando no se tiene trabajo ninguno y las políticas de inserción laboral se han venido abajo por parte de todas las administraciones.

Es por ello, que necesitamos un plus, un acelerón a las medidas concretas de recuperación de esos niveles de formación e inspección que en los finales de los años 90 logró reducir la siniestralidad laboral. Estoy convencido de que no partimos ni de cero ni de niveles peores a los años pasados. Pero sí es evidente que las estadísticas hacen que nos pongamos en marcha y en alerta. Ni un muerto más. Ese debe ser nuestro objetivo empresarial y social para los próximos meses. Aprovechemos todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance, los conocimientos de las patronales y los sindicatos, el esfuerzo de las administraciones públicas y, por qué no decirlo, unas instalaciones que deben quedar fuera de toda trifulca pública para convertirse en herramienta útil, nuestro simulador de accidentes de la Casa de los Oficios.