UUno de los problemas adormecidos de nuestro municipio es el que representa la secreción de los lixiviados en la pedanía de La Murada pero no por adormecido, deja de ser de máxima gravedad y de difícil solución.

Hace muchos años, el entonces concejal de Medio Amiente, Miguel Ángel Robles, recibió sendas demandas judiciales impuestas por el dueño del vertedero, el señor Fenoll, por denuncias presentadas por el concejal en el ejercicio de su función, al asegurar que la mayor parte de aquel vertedero estaba en territorio oriolano y, también, por denunciar que el Ayuntamiento de entonces había pagado muchos cientos de miles de pesetas sin tener contrato y todo esto con las presunciones pertinentes. Pues bien, al señor Robles se le pidió en los juzgados, algo así como diez años de cárcel y 50 millones de pesetas de indemnización, juicio que ganó aunque, eso sí, tuvo que pagar unas costas injustas por defendernos de un grave problema que nos afectaba a todos y que sigue vigente pero agravado.

Hubo otros, como era la Comisión proRío o lo es ahora la Plataforma Vertivega que siguen luchando. Estos últimos, contra los lixiviados por esa supuración venenosa e indestructible que en estos momentos, tanto la administración murciana como la Generalidad Valenciana han parcheado, tapando y escondido este problema echando tierra encima, como si de esa forma, al no verse, el problema despareciera. Pero no, los lixiviados están bajo tierra creciendo y se pueden juntar antes o después con las aguas subterráneas y, algo que es más grave: Todos conocemos el acueducto que lleva el agua del Segura hacia la depuradora que existe en La Murada y que utilizamos muchos miles de ciudadanos.

La comarca de la Vega Baja está considerada después de Granada, como la segunda zona sísmica de la Península Ibérica y la más relevante del sureste español. El profesor Gregorio Canales nos dice en uno de sus estudios que en la sismología del Bajo Segura, el núcleo de Torrevieja, se sitúa en el extremo sur de la falla de su mismo nombre, que cruza a la de Guardamar y está delimitada por la fosa tectónica de la Rambla de Benferri. Más cerca no puede estar.

Los lixiviados, al no ser sacados ni eliminados, si es que esto es posible, siguen bajo tierra y no me dirán amables lectores, que en un leve temblor sísmico no podría agrietar el acueducto que lleva el agua a la depuradora de La Murada, sin que nadie lo sepa si no es visible y que se pudiera filtrar una cierta cantidad del maldito lixiviado y contaminar el agua. ¿Está la depuradora actual capacitada para tratar este posible flujo maldito? Todo este affaire del vertedero se ha producido no preocupándose mucho los correspondientes gobiernos municipales; incluso, ignorándolo por lo que su inacción ha ayudado muchas veces y otras ha entorpecido las posibilidades de enmendar estos desastres que ambientalmente han ido produciéndose.

¡Ánimo Vertivega, no dejéis de luchar, está en juego la salud de mucha gente que admiramos y aplaudimos vuestra-nuestra lucha! ¡Que el silencio culpable y la inacción de quienes deberían defendernos acabe y, si no, que sean señalados todos los días los que cobran por no defendernos de nuestros mayores enemigos: la desidia y el abandono punible de esta inacción local!