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Marc Llorente

Testimonio escénico

Se vio el viernes en Alicante a Escena, el ciclo amateur que ha venido celebrándose en el Principal con una variada asistencia de público. La unión de dos grupos de Elche, Carafur y La Baranda, creados a finales de los 90, dio lugar al montaje de Presas, obra de Ignacio del Moral y Verónica Fernández que el Centro Dramático Nacional estrenó en 2007. Las dos compañías ilicitanas han obtenido importantes frutos en otros certámenes y continúan obteniéndolos por acoger la historia de unas mujeres encarceladas en una de esas lúgubres prisiones de la posguerra, periodo en el que España era una cárcel por obra y gracia del franquismo con la complicidad represora de la Iglesia. En nombre de Dios, eso sí, porque él es «quien juzga y castiga» en una prisión española, entre los años 40 y 50, aunque podría ser la de otros lugares de similar índole. Laten el drama coral y la tensión en el hostil agujero, y se conocen las circunstancias de las reclusas. La prostituta, la gitana, la anarquista, la comunista, la embarazada, a la que arrebatan el niño al nacer para entregarlo a personas afines al régimen, o la loca que ahogó a su criatura, tras llegar al mundo, con tintes de tragedia griega. A los asuntos políticos se unen los robos menores para comer y otras desgracias. Saray García, Susi Muñoz o Beatriz Muñoz comparten el eficaz y expresivo reparto, donde figuran la madre superiora, Encarna Carmona, el cura, Paco Peraile, el noble médico, Santos Martín, y otros papeles dirigidos laboriosamente por José Luis Mas. La excesiva dilatación, el estancamiento o la ausencia de otro ritmo no benefician la salud de un espectáculo que subraya la teatralidad mediante los planos de la representación. Un amplio espacio con rejas y varios espacios con pocos elementos y cambios de luz. El clima sociopolítico llega a través de breves grabaciones radiofónicas, y constan la confrontación de los dos bandos, las injusticias, la humillación, las carencias o las luchas de poder. Algún suicidio, la depresión que sufre el director del penal en ese ambiente y alguna chispa de humanidad en el cerrado universo de este testimonio teatral que pudo ser más firme y valioso como la temática exige.

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