La irrefrenable tendencia del alcalde de Alicante a pisar todos los charcos por los que pasa, ignorando que en política es mucho más inteligente y rentable vadearlos que arriesgarse a pillar un constipado, lleva de cabeza a todo su séquito municipal, que ya no sabe cómo evitar que Echávarri polemice con cualquiera que le enseñe un trapo rojo y le cite. Sus asesores, en plena desesperación, llegaron incluso a hacerse cargo de sus redes sociales para evitar que el primer edil de Alicante cometiera sonadas meteduras de pata, como la que protagonizó al hacer público en su twitter una imagen suya en la que aparecía con una bufanda con el lema: «Antielcheros», que como ustedes comprenderán no es lo más apropiado para un alcalde que gobierna un municipio situado a poco más de 30 kilómetros de la localidad ilicitana y con la que por fuerza debe de entenderse si quiere el bien para su ciudad. Pero como dice el refrán, la cabra siempre tira al monte y Echávarri, de nuevo claves en mano, ha protagonizado un agrio cruce de tuits con una ciudadana que le acusaba de haber llevado a sus hijos en coche oficial al colegio. La reacción de Echávarri, más propia de un picapleitos que de un alcalde, ha sido denunciarla en los juzgados acusándola de difamarlo atacando a sus hijos... Haría bien el primer edil en recordar, si es capaz de dominar ese pronto que le impulsa a actuar sin pensar, que ahora está al frente de la ciudad de Alicante y no de su bufete de abogados y que los ciudadanos que vivimos en este municipio somos de diferente pelaje y condición y que nuestras críticas a su gestión, acertadas o equivocadas, o a cómo maneja los fondos públicos merecen un mucho de explicaciones y un nada de amenazas con los juzgados.
