A este paso. Y si no, al tiempo. ¿A qué me estoy refiriendo? Pues, sencillamente a la palmera de la noche del día 6. Uno recuerda haber visto en la revista Alborada, o en los álbumes de casa, fotografías tomadas hace muchos años que muestran unas palmeras majestuosas sobre los campanarios de Santa Ana.

También haberla contemplado de niño y jovencito con notable admiración desde la terraza de la casa de algún familiar o amigo. No era para menos. Se abría en el aire magnificente, derramando, tras mantenerse suspendida unos instantes que parecían eternos, sus lágrimas de plata sobre la noche.

Era el brillante pórtico de las fiestas patronales. Pero lamentablemente, desde hace unos años acá -como dirían nuestros hermanos latinoamericanos-, su progresiva degeneración se ha hecho más que evidente, hasta llegar a la palmera desmedrada a causa del picudo -digámoslo así, para no herir sensibilidades a flor de epidermis- de anteanoche. Como suelo hacer en estos casos, pregunto a personas muy informadas y me dicen que ello se debe a las medidas de seguridad en materia de pirotecnia que ha de respetar el ayuntamiento, encargado de ella; cada vez mayores y más exigentes. Que si un «perímetro de seguridad» mayor, que si ausencia de cañas que al caer puedan provocar daños, que si poca carga de fulminante, etc., etc. Y eso está muy bien. Sin embargo, asimismo pregunto si esas mismas medidas de seguridad también rigen, por ejemplo, en Elche, donde año tras año lanzan una fabulosa palmera desde su Basílica la «Nit de l'Albá», sin que en ese tiempo haya perdido un ápice de su magnificencia.

Mis informantes solo me miran perplejo; y en esa perplejidad encuentro la respuesta. No hace falta más. Como suele ocurrir con estas cosas de la tradición de nuestro querido pueblo con título de ciudad, todo depende del interés con que se aborde el asunto. Los moros y cristianos, las antorchas de Bolón, las fallas, las procesiones? y la palmera, claro, están al albur del interés político de turno por encima de raigambres. Prevalecerá lo que más interese políticamente. Ahora que los socios de gobierno son los que son, parece que lo que «huela» a religión lo lleva más claro. Solo hay que fijarse en la petición del Consell de que los ayuntamientos se adhieran al Código de Buen Gobierno diseñado por aquél, que insta a «procurar» no presidir por ejemplo las procesiones, para darse cuenta de ello.

Y claro, la palmera «huele»? Menos mal que en Elda tenemos «banda de alcaldía» que se ha de amortizar, y estamos a salvo por ahora. Así que, apreciados paisanos, disfrutemos de las fiestas patronales, cada vez más «reglamentadas» -se nota la mano de los moros y cristianos, que todo lo mece-, y roguemos a la Virgen de la Salud y al Cristo del Buen Suceso para que el año que viene siga la palmera ascendiendo a los cielos? Aunque se quede en geranio; que a este paso...O sea.