Incendios

Si la muerte de algunas de las plantas más hermosas de mi terraza, víctimas del calor y el sol abrasador de estos últimos días que inevitablemente se colaba por alguna rendija de los toldos protectores, me ha sumido en la consternación, imaginen lo que para los alicantinos, y para los amantes de la naturaleza en general, ha supuesto que miles de hectáreas de arbolado hayan sido pasto de las llamas en uno de los más bellos parajes de la provincia, al que corresponden las localidades de Xàbia (antes Jávea) y Benitaxell, en la comarca de la Marina Alta. De ser cierto lo que se intuye, que los incendios fueron provocados por algún inconsciente o, lo que es peor, por un lunático pirómano cuya enfermiza atracción por el fuego destructor nunca será lo suficientemente castigada, nos deja una tremenda sensación de desamparo. Como se sabe, Alicante no ha sido la única víctima de las llamas, también protagonistasde otros desastres en nuestra Comunidad, y en muchos lugares de la geografía española. Y así año tras año. Pocas veces como en éstas se produce en nuestro ánimo esa sensación de impotencia ante lo que es una auténtica catástrofe ambiental, aunque por fortuna no haya que lamentar víctimas humanas. Pero la catástrofe sigue siendo igualmente irreparable. Son noticia de última hora la proliferación de ratas en el centro de Alicante y la llegada a la isla de Tabarca de una patera con 40 personas procedentes del norte de África, ¡pobre gente y pobre mundo! Y el idílico mar Mediterráneo convertido en cementerio de más de 4.500 seres humanos en los últimos años. He aquí la guinda de un amargo pastel veraniego que no parece llegar a su fin. Y no me atribuyan una actitud escapista si vengo a hablarles de otro tipo de incendios, ya que Incendios es el título de la obra con la que arrancará la semana próxima la temporada teatral madrileña, y que ya se anuncia como la sensación del otoño al estar interpretada por Nuria Espert bajo la dirección de Mario Gas. Se trata de una obra del canadiense de origen africano Waidi Mouwaed, ya representada fugazmente en Madrid hace unos años sin que se le prestara mucha atención, igual que sucedió con la película del mismo título firmada por otro canadiense, Denis Villeneuve. Los responsables de la nueva producción, el teatro de La Abadía y Pilar de Yzaguirre, consideraron que era el momento de rescatar ese texto considerado como una de las mejores piezas teatrales del ziglo XX; y que Miss Espert (que es como yo la llamo familiarmente por una anécdota que algún día contaré) se entusiasmara con el proyecto, hacen que los aficionados esperemos con impaciencia el estreno en ese impagable teatro de La Abadía, de visita obligatoria para quien pase unos días la capital y ame el buen teatro. La señora Espert, flamante premio Princesa de Asturias de las Artes de este año, galardón que recibirá en breve en el Teatro Campoamor de Oviedo, no se mete en cualquier proyecto a estas alturas de su vida, sobrepasados los 80 años, si no se trata de un suceso relevante. Nuria ya no tiene nada que demostrar y nada que añadir a su cargadísima mochila de premios; si ahora se embarca en esta nueva nave, no es de extrañar que los aficionados al teatro estén (estemos) expectantes. Así que ha llegado el momento de tomar el camino de la capital del reino para ser testigo de este y otros acontecimientos teatrales que se anuncian, sin olvidar esas grandes exposiciones de obligada visión. Y es que nunca se sabe si los citados acontecimientos teatrales nos visitarán, las arcas de nuestro Teatro Principal siguen famélicas al menos para lo que resta de año. El teatro es algo tan efímero que siempre es aconsejable verlo al inicio de su vida por lo que pudiera pasar en el futuro. Ya les contaré.