Evidentemente, aún no tenemos datos definitivos de cierre sobre evolución del turismo este año, pero no hay duda de que será un ejercicio turístico excelente con cualquier indicador de volumen que consideremos, y esos son los que se han utilizado habitualmente en turismo para hablar de un sector básico en nuestra economía, soporte indudable en nuestra provincia en cualquier época y especialmente en esta larga crisis que se resiste a terminar.

Y no es mi intención desmerecer en absoluto el que será un gran año para la mayor parte de los operadores del sector. Pero creo que es en los momentos más favorables cuando estamos en condiciones de reflexionar acerca de cómo conseguir mejorar los ratios de gestión e identificar, sin presiones, los más adecuados para fijar objetivos futuros; así como plantear las mejoras necesarias que aseguren razonablemente la sostenibilidad de resultados del sector para todos sus grupos de interés, que sin duda son los empresarios, pero también los trabajadores, los clientes, las diferentes administraciones implicadas y, naturalmente, el entorno social que rodea al sector -cuya implicación es fundamental para la sostenibilidad del destino que, como apuntaba en otro artículo en esta misma columna, es verdad que «turismo somos todos».

Y en esta reflexión, es necesario reiterar una vez más que una parte importante del crecimiento turístico que estamos teniendo no procede exactamente de la mejora de nuestras prestaciones, sino de problemas de seguridad y geopolíticos asociados a destinos competidores del Mediterráneo oriental, e incluso surgidos en países europeos muy próximos a nosotros que razonable y deseablemente deberían terminar con rapidez. Y aún está por concretar el impacto del «Brexit» tanto en turismo residencial como vacacional, que si algo es seguro es que no será positivo a medio plazo, y eso en nuestra zona es especialmente preocupante.

Esta es la causa de más del 90% de nuestro crecimiento en turismo extranjero, lo que provocará sin duda una mejora de todos los indicadores de volumen absoluto, aunque los asociados a la calidad se pueden deteriorar si no se gestionan adecuadamente a nivel de cada destino. Me refiero, por ejemplo, a la estancia media por turista, el gasto medio unitario por turista, el nivel de complicidad con el sector del entorno social en cada destino, o el nivel de calidad del empleo generado cuando la competencia en este punto, tristemente, sigue siendo escasa y no siempre la visión de muchos empresarios está a la altura que una estrategia ganadora a largo plazo exige.

Desde luego, no es un tema que tenga un desarrollo fácil pero es imprescindible tener la visión clara y dar pasos coordinados por todos los participantes para que el turismo siga siendo en el futuro un motor seguro de nuestra economía.

La coordinación entre administraciones para la dotación de infraestructuras necesarias en destinos consolidados, desarrollo de marca, focalización, promoción, prevención del intrusismo, etcétera; la colaboración estrecha entre el sector público y la iniciativa privada en el diseño de prioridades a corto, medio y largo plazo; y por supuesto, la profesionalización creciente del sector, lo que exige mejora continua de la cualificación de todos los participantes y retribución acorde con esa mayor implicación y el compromiso deseable de todos los trabajadores del sector.

Pero no estoy seguro de que coincidamos todos en que es sobre el éxito como mejor se construye el futuro.