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Una vida dedicada al arte

Una enorme tristeza me produjo conocer el sábado por la noche el fallecimiento de Remigio Soler López solo unos días antes de la inauguración de la muestra antológica que sus amigos de la Asociación de Vecinos «El Templete», del barrio de Benalúa, le están organizando en la Sala Municipal Lonja del Pescado de Alicante, como colofón a su dilatada trayectoria profesional. Mi primer pensamiento fue hacia su familia y hacia todas esas personas que están detrás de este proyecto y que, con tanta ilusión, participaron en la «I Convocatoria pública para la presentación de proyectos expositivos en las salas municipales», iniciativa realizada por la concejalía de Cultura en 2016.

Sabía que la enfermedad iba minando a este artista alicantino, nacido en 1932, y era un rumor que su salud se deterioraba por momentos, pero tenía la esperanza de que pudiera llegar a la inauguración de «su» exposición, tan merecida, y que, por fin, va a tener lugar en su ciudad. Una cuidada selección de su extensísima producción que, sin duda, servirá para recibir el reconocimiento y cariño de todos los alicantinos. Su fallecimiento carga de una enorme emotividad la inauguración de la muestra y todos los actos que van a tener lugar en los próximos días.

Remigio Soler formó parte de esa generación de artistas que tuvieron que abrirse camino en los años 50 y 60 del siglo pasado, en una etapa difícil en la que la sociedad primaba otras necesidades básicas antes que el arte. Precisamente es a mediados de los 50, cuando se instala a vivir en Benalúa. Implicado con el tradicional barrio, de trato amable y con negocio familiar y taller en esta misma zona -en la calle Alberola- desde hace muchos años y donde se imparten cursos de manualidades, lo que hizo que conociera a dos o tres generaciones de vecinos.

Su formación artística le llevó a trabajar, a lo largo de su carrera profesional, diferentes disciplinas, ya sea en dos o tres dimensiones: dibujo, acuarela, ilustración, relieve, modelado, cerámica, carteles, escultura y hasta la construcción de hogueras en su barrio para las fiestas de San Juan, facetas por las que recibió numerosos premios. Destacando en la escultura -tanto en el modelado, como en la talla- y de producción fundamentalmente figurativa, la huella de Remigio Soler es reconocible en todas sus creaciones: su destreza y estilo inconfundible, vinculado al barroquismo valenciano, su expresividad y su amor por el oficio y, sobre todo, por esta tierra mediterránea, nos ha dejado en su producción varias series en torno a la Santa Faz o al Misteri d'Elx, dos los grandes iconos de esta provincia.

Conocido solamente como Remigio, tanto en el ambiente cultural como entre sus propios vecinos, nos da una idea de la cercanía de este artista, de gran oficio y capacidad de trabajo, que nos ha dejado tras una vida dedicada al arte. D.E.P.

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