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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

No es país para cabriolas, ¿o si?

Entro en un bar con una ensaladilla de vicio y han dejado el debate de investidura a todo volumen. El dueño se la juega. Nadie mira el aparato, salvo uno que debe ser espía del ministro del Interior. Aún retumban en los oídos la zurra aquella: «Con ustedes se ha politizado la justicia; hay cestos de manzanas podridas e incluso lingotes en algunas sedes... Si España tiene que impulsar un pacto contra la corrupción no es creíble que lo encabece Rajoy. Como dice la Guardia Civil, ustedes tienen bandas organizadas. ¿Por qué tengo que pensar que al que le da pereza ser presidente va a tener valentía para reformar nada? Señor Rajoy, usted no es creíble para liderar esta nueva etapa. Pido al pepé que sea valiente para limpiar y cortar por lo sano». El que crucifica de modo inmisericorde no es el demonio de Pablo Iglesias ni su amigüito de Ferraz. Quien propina la dentellada a Mister en funciones es Rivera, sólo que el 2 de marzo en la desinvestidura del anterior pretendiente. Cuesta atizar a alguien que no para de moverse para dar salida por el lado que sea al atasco y la cabriola de Albert es posible que sea valorada en Alemania, Dinamarca, hasta en Portugal según los últimos acontecimientos y no digamos ya en Borgen, pero el puntal emergente quizá no haya reparado en que esto no es asín sino asá. Lo soltó a las tantas el cineasta José Luis Cuerda: «Se han reído de nosotros cuatro años; es un partido que está encausado, ¡coño!». Cineastas, creadores y gentes de malvivir andan atacados pero la respuesta es «se sienten » puesto que, gracias entre otras cuestiones al viraje por responsabilidad de Estado hacia quien no era creíble para liderar la nueva etapa, ahora Sánchez ha matado a Manolete. La propaganda que despliega la artillería de Génova es indefectible y ya puedes decir misa que hasta los tuyos te miran con mayor reserva aún. De ese modo, sin levantar la vista siquiera, un parroquiano echa un trago y pregunta nada más acabar la retransmisión: «¿Irás a votar en las terceras?». «No; ya me espero a las siguientes».

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