Decía William Shakespeare que era mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras. Esta frase célebre ilustra a la perfección uno de los porqués de la actual crisis de bloqueo institucional en que nos hallamos. Sánchez sacó a pasear toda su bilis contra Rajoy, en aquel ya lejano debate a dos que tristemente protagonizaron ambos el pasado mes de diciembre, en que traspasaron la línea del respeto mutuo, si bien es cierto que la primera piedra la tiró el socialista. Y de aquellos barros, estos lodos. A Sánchez, esclavizado por la frase que pronunció entonces de «es usted indigno, señor Rajoy», le ha sido imposible bajarse del burro. Esperábamos que el dirigente socialista tuviera suficiente sentido de Estado como para abstenerse en la segunda votación junto con algunos de los suyos, dado que la no desdeñable suma de 170 diputados había acordado investir a Rajoy, pero él erre que erre.

No es que Rajoy nos entusiasme a la gran mayoría. Hoy en día es como el viejo director del colegio a quien es difícil quitarle el puesto, a pesar de que despierte pocas simpatías, pero a este paso las terceras elecciones pueden acercarlo más aún a la mayoría absoluta. El mérito sería en este caso más del PSOE que suyo propio o de su partido, si no escúchense el discurso con tufo a naftalina de Hernando del pasado miércoles. El PP no parece tampoco haber entendido por qué perdió la mayoría absoluta, demostrando así su incapacidad para la autocrítica.

Por otra parte, en las terceras elecciones, y si los barones no lo remedian, los socialistas pueden seguir perdiendo escaños y darle a Iglesias otra oportunidad para superarlos. Iglesias se postuló durante el debate como futuro jefe de la oposición, puesto que por derecho le habría correspondido a Sánchez, si no hubiera optado por prenderle fuego a todo, sin mirar si podría arder con ello el propio PSOE. Desde la jugada maestra de Cameron con el «Brexit» no habíamos presenciado nada parecido, y es que Rajoy, muy hábil, ha conseguido dejar bien claro ante todos que Sánchez es el responsable de que tengamos que ir a unas terceras elecciones, lo que irrita y mucho a los ciudadanos.

A todo esto, para mí el que ha jugado mejor sus cartas ha sido Rivera, sacando un rédito increíble de su pobre resultado electoral, porque ha sabido medir los tiempos y dejar claro que ha venido a quedarse, sin rabia y con sensatez. Posiblemente mejorará resultados en diciembre y seguirá teniendo la llave del gobierno en su mano.