Fedra
Castillo de Santa Bárbara
Versión libre y dirección: Javier Sahuquillo. Compañía: Perros Daneses.
Ha vuelto el teatro clásico a Alicante con el I Festival que se representa en el Castillo de Santa Bárbara. Mucho tendrá que crecer para convertirse en un referente, pero se ovaciona el objetivo del Ayuntamiento. El viernes vimos una libre versión de Fedra a partir del texto que el francés Jean Racine publicó en 1677, basado en la tragedia Hipólito, de Eurípides, y en las aportaciones de Séneca y Garnier. La historia del mitológico personaje ha inspirado a la literatura y la creación artística, como podemos ver con la compañía valenciana Perros Daneses, que se fundó hace tres años. La dramaturgia y la dirección de Javier Sahuquillo tienden a una puesta en escena donde se funden distintas formas teatrales con la contemporaneidad del contenido y de esta representación en la que se abordan el incesto, otros tabúes y, sobre todo, la firme vigilancia fronteriza para que el sur no penetre en el norte. O las vallas antimigratorias, en cualquier lugar, y sus guardianes con Fedra al frente, la esposa del enfermo coronel. Laura Sanchís y Enric Juezas se apropian muy bien de estos papeles. Laura Romero es Hipólito, hombre-mujer, persona, en suma, con su talante rompedor de las viejas lacras. José Juan Sevilla interpreta al edecán del coronel, y los soldados son Santiago Martínez, Raquel Rubiano y Roberto Hoyo. En conjunto, el dinámico y joven equipo despliega su labor en un poético espectáculo que economiza medios y se concentra en el sugestivo poder de la palabra y en la fuerza expresiva de los intérpretes. Puede convertirse en uno de los más destacados grupos de la Comunidad. La versión libre nos propone superar los anquilosamientos, sociales y políticos, y la expurgación, como en toda tragedia, de las peores pasiones. Javier Sahuquillo ofrece una revisión del clásico para aficionados inquietos, y la compañía cumple correctamente. No obstante, la teoría y la práctica no siempre sintonizan. Hubo un buen número de espectadores, aunque no se llenaron las más de 600 sillas en el patio de armas de la fortaleza. El público parecía satisfecho y los aplausos fueron generosos.
