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Javier Mondéjar.

El Indignado Burgués

Javier Mondéjar

Mujeres S.A.

La mayoría de las mujeres están muy desaprovechadas y normalmente por los que estamos alrededor, que -queriendo o sin querer -no les dejamos espacio para que florezcan. A mí me pasa como a esos con ideología de izquierdas que son fiscalmente de derechas: soy ideológicamente feminista pero no ejerzo. Y la verdad, tal y como están diseñadas, no entiendo bien cómo los hombres han conseguido prevalecer sobre ellas desde la noche de los tiempos. Será que la cuestión de la caza no les habrá convencido nunca o, a lo mejor, que como son más listas han procurado mandar sin que se les note, mientras a los varones la testosterona nos lleva por la calle de la amargura y nuestra tendencia gorilesca a lanzar alaridos mientras nos golpeamos el pecho oculta que no mandamos un pijo.

Pero en realidad hay mujeres muy desaprovechadas que lo saben y se dejan ir, y otras muchísimas que ni siquiera pueden plantear si rebelarse contra la autoridad masculina. Cada vez hay más mujeres que juegan el papel de ser más duras que sus compañeros varones para tratar de romper el techo de cristal de sus aspiraciones profesionales. Desempeñar ese rol es una manera de defenderse atacando, y a lo mejor no les cabe otra, pero seguramente estarán dejando muchos pelos en la gatera de su vida personal. Por último están las que se ponen el mundo por montera y utilizan absolutamente todas las armas a su alcance en esta guerra de sexos, tal y como haríamos los varones si nos molestásemos en haber declarado el inicio de la contienda, que evidentemente no es el caso, y no por tolerancia, sino por comodidad. Son minoría pero existen, y a veces hasta son madres y esposas, que ya es el colmo de la multitarea, incomprensible para mí, por ponerles un ejemplo.

Es curioso cómo las mujeres nos superan en todo a poco que se pongan, excepto quizá en pegar mamporros, conducir por calles concurridas o interpretar un mapa, tres actividades que cada vez son menos necesaria gracias a la tecnología. Creo yo que en un par de siglos como mucho la tortilla habrá dado la vuelta y serán ellas las dueñas de la creación. No sé si me alegro de no verlo, porque por una parte este statu quo me favorece, pero por otro me indigna la desigualdad (ya he dicho que a nivel ideológico, no porque colabore personalmente a cambiar el sistema). En todo caso veo a mis descendientes utilizando la testosterona únicamente en labores reproductivas y dejando el poder para las que han sido diseñadas para ejercerlo, sin aspavientos ni ñoñerías.

Lo cierto es que admiro a muchas y como buen vago aprovecho la columna para decírselo a todas en vez de ir una a una con el cuento y mis disculpas. Y así me lo quito de encima, purifico mi alma y la dejo limpia para volver a pecar. Aunque si me admiten un consejo -ya sé que a la gallega se dice que consejos vendo y para mí no tengo, pero es lo que hay- les diría que les falta solidaridad con sus propias compañeras de sexo. La insolidaridad te limita y a menudo el mayor enemigo de una mujer es otra mujer. No todas las mujeres son iguales, ni siquiera lo son los paramecios o zapatillas aunque nos lo parezcan, ni los chinos. Los hombres se parecen más en que viven obsesionados con colgajos al sur del ombligo y en la correcta utilización de la única neurona con la que les ha dotado la naturaleza, pero no suelen criticar a otro varón con argumentos machistas, probablemente porque los otros varones les interesan lo mismo que la cría del ocelote, excepto si se llaman Ronaldo o Messi, evidentemente.

Es curioso lo difícil que es encontrar una mujer -incluso inteligente y preparada- que hable bien de otra mujer si no es de su clan. Siempre tendrá algún defecto que estropea el guiso. No creo que lo hagan por envidia, ni por competitividad, o a lo mejor solo me lo estoy inventando, pero hagan la prueba (con cuidado, que hay experimentos que ríete tú de Nobel probando la dinamita).

Y a todo esto, ¿estoy escribiendo una tesis, una disculpa, formulando una teoría o metiendo la pata (o todo a la vez)? Por si acaso, no me meteré en más honduras y me dedicaré a admirarlas de lejos y con muchísimo cuidado. Y en primer tiempo de saludo, para cuando ellas dominen el universo mundo, que sucederá.

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