En esta etapa de la política española cuando por primera vez en 40 años resulta difícil saber, predecir, cuál será el próximo gobierno y si este será estable, aparecen las encuestas que pretenden sugerir cómo se tendría que votar, en Navidad, o cuando sea. En las últimas elecciones generales no destacaron precisamente por prever cuál era la opinión de la ciudadanía. Se dice que una encuesta es una «foto fija» y parece que la experiencia indica que es cierto, una fugaz «foto fija».

Resulta evidente que algunas encuestas presionan para que el PSOE al menos se abstenga y posibilite que Mariano Rajoy siga siendo presidente de Gobierno. Nada inocentes, pretendiendo que son científicas, dicen que el PSOE será castigado por el electorado, especialmente por sus votantes, responsable de que se vuelva a votar por tercera vez. Según parece, volver a votar en Navidad es responsabilidad de Pedro Sánchez. Mariano Rajoy, el encargado por el Jefe del Estado para que intente formar gobierno no tiene nada que ver con el asunto ni con la fecha del 25 de diciembre, decisión sorprendente que se elaboró maliciosamente en Génova.

Ciudadanos, mientras negocia con el Partido Popular, dice que no se fía de Rajoy y motivos tiene para pensar así. Si el partido más próximo al PP no se fía los que se oponen a los populares desde hace cuatro años y más, ¿se podrían fiar? El PP afirma que más no puede hacer para que los socialistas cambien de opinión. ¿Por qué tendrían que hacerlo?, ¿qué ofrecen los populares a cambio de una abstención?. Por el momento nada.

Rajoy está de buen humor. Se ve que sus caminatas por Galicia le sientan bien. Hasta se permite decir por la radio que puede que cuando las Olimpiadas de Tokio, dentro de cuatro años, aún España siga en funciones.

Rajoy, que maneja tan habitualmente los tiempos, posiblemente espera qué pase en las elecciones autonómicas en Galicia y en el País Vasco. Pretende cansar a la opinión pública, que se perciba que una terceras elecciones es el «fin del mundo». Tanto PSOE, Podemos y otros partidos saben que permitir que Rajoy siga gobernando sería defraudar a sus votantes y a sus principios. Las encuestas, no todas, se dedican al chantaje, pero no es suficiente. Una parte significativa del electorado prefiere ser fiel a sí misma, no tanto quizás al partido de su preferencia. En estas circunstancias se trata de ética, el PP la expulsa de la enseñanza, pero existe, no han podido eliminarla. Cuando la segunda guerra de Irak una pegatina decía «No en mi nombre». Este desafío se parece: no en mi nombre