La columna vertebral de un buen equipo pasa ineludiblemente por tener bajo el arco a un buen guardameta, un medio centro de calidad, un mediapunta con llegada y visión de juego, y un delantero goleador. No siempre se pueden juntar en los puestos vitales para el juego del equipo a futbolistas que den la talla, que estén por encima de la media de la plantilla. En el actual Hércules, nada más empezar la temporada, en el primer partido, se ha abierto el debate de la titularidad en la portería. La polémica está más fuera que dentro porque los estamentos del club no parece que vayan a alimentarla. Para la dirección deportiva y la dirección técnica, el caso no ofrece dudas. Está cerrado. Para ello se está dispuesto a gestionar el problema con la necesaria autoridad, pero al tiempo con la mano de seda que demanda la situación de suplencia del jugador descartado.

No cabe duda pues, que un buen portero es fundamental para la construcción de un equipo con aspiraciones de liderar el campeonato. Tener un arquero de garantías es una bendición, tener dos es todo un privilegio. Desde hace un tiempo el Hércules tiene la suerte de encontrarse en esa situación. Chema e Iván Buigues compiten por la titularidad desde el trabajo y la dedicación. La veteranía y la juventud frente a frente. Por el momento Tevenet apuesta por la experiencia, que siempre es un grado. Chema ha sido el elegido, y ante la continuidad y confianza que requiere el puesto, seguramente lo será para todo el campeonato mientras no haya un motivo de fuerza mayor para el cambio.

Desde la 2014-15 llevan ambos luchando por la titularidad con saldo netamente favorable al veterano Chema, en el que han confiado todos los entrenadores que han pasado por el banquillo del equipo blanquiazul. Los 16 años de edad que separan a ambos arqueros, no son óbice para que Chema mantenga la ilusión de un juvenil por jugar. A Buigues, que previendolo que ha sucedido pidió irse cedido, le toca esperar y armarse de paciencia hasta que le llegue su oportunidad. Juventud le sobra para ello, clase también.

Por fortuna en el Hércules siempre han jugado grandes porteros. Tanto cuando militábamos en segunda como cuando lo hemos hecho en primera. Desde la época del gran Pérez, primer internacional herculano en los años cuarenta, han pasado por la plantilla del Hércules guardametas que casi no tuvieron rivalidad durante su estancia en el club. Fueron las temporadas que la portería herculana estuvo defendida por los Amador, Sala, Espinosa, Falagan, Calatayud o Falcón. Otros dejaron su huella de grandísimo portero como Pazos, o más recientemente Toño, y alguno como Rufai es recordado por sus excentricidades personales.

La competencia para la titularidad ha constituido un valor añadido a la calidad de los jugadores en ese puesto, siempre de alta responsabilidad en la confección del once. En el recuerdo aquellas épocas en las que porteros de la talla de Quiles o Seva Santos, Dauder o Campillo, Ramírez o Piñol, Rosas o Bilbao, de éste o Fernández, de Zamora o Humberto, de Santoro o Deusto, coincidieron en la lucha por la titularidad. Ese debe ser el ejemplo para Buigues, un paseo por la historia de su equipo. La confianza en uno mismo y el trabajo diario, junto con la humildad y el respeto a las decisiones del técnico, harán que más temprano que tarde, el canterano, alcance la titularidad en el club de su tierra. Dos alicantinos para una portería, todo un honor, todo un privilegio, todo un reto.