Este título surgió tras pasar más de dos horas a pleno sol y seguramente como consecuencia de un golpe de calor, ante un par de cervezas compartidas con mi compañero David, alias Belge, otro picado de la vida con esto de la opinión, que es como comer pipas, pero a lo bestia. Cuando empiezas, no eres capaz de dejarlo y no hay vacaciones que valgan.

Ya puestos a elucubrar, llegamos a la conclusión de que podría ser que no hubiera terceras elecciones, porque, pese a que los de Podemos están demasiado distraídos con las fiestas estivales, concretamente Iglesias en las del pueblo de al lado, si por fin resucitaran podrían liderar un movimiento táctico, facilitando por vía omisiva la investidura de Rajoy. Todo esto permitiría que Podemos se pusiera a liderar la oposición tras las vacaciones, pese al adelantamiento que les pegó a todos sorpresivamente Rivera dando un paso al frente, y aprovechando la coyuntura para quedar por encima de este PSOE desvencijado. Suena disparatado, lo sé, pero es posible. Esto sería poco menos que un milagro, prácticamente lo único que, tal y como están enfocadas las cosas en este interminable ferragosto olímpico, nos podría salvar de otra cita con las urnas. Admito, no obstante, un importante fallo en el planteamiento, y es la negativa de Rajoy a someterse a la votación de investidura, salvo que tenga bien claro de antemano que se va a llevar el gato al agua. Rajoy se aprendió muy bien eso de ir pá ná es tontería. Ello implicaría la necesidad de que PP y Podemos mantuvieran una estrecha comunicación de cara a la sesión prevista para el día 30, algo que se cocinaría, en su caso, por las puertas de atrás.

Por otra parte, lo de Sánchez es un barco a la deriva, que naufragará más pronto que tarde, porque carece de timón y no va a haber ya quien lo enderece. Es más, estoy convencida de que dentro de su propio partido más de uno está deseando que ese barco termine de hundirse lo antes posible, para venir a redimir al PSOE con un nuevo candidato menos extremista. A veces Sánchez hasta me recuerda a Chanquete con lo de no nos moverán, que no sé si él se acuerda de cómo acabó la serie. Su cerrazón a negociar una salida a la crisis institucional, por mucho que Iceta u otros de sus adláteres quieran defender su figura, lo señala como culpable del bloqueo y blanco perfecto de sus enemigos, que ya sabemos que en política los mejores son los de dentro.

Total que, después de tanto ir y venir, me da la sensación de que vamos a seguir teniendo Rajoy para rato.