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Siempre es un gusto que una pieza de teatro se cuele en un Telediario. Sucedió el miércoles con El pequeño poni, de Paco Bezerra, que ahora llega a Madrid. Una función, basada en hechos reales, sobre el acoso escolar, el maldito bullying. Gracias a ello, el editor del TD la pudo incluir en el menú informativo. En Sociedad, entre los incendios y los sucesos, no en Cultura, donde solamente dio tiempo a que José Fernández realizase una pieza de despedida a Víctor Mora, el autor del Capitán Trueno.

Es una alegría que el teatro se cuele en el Telediario, lo que supone que la noticia sea vista por casi dos millones de espectadores. Aunque, como en este caso, haya que incluirla con coartada y sus apenas dos minutos dejasen no vayan a pasar a la antología del periodismo cultural. La firmante de la noticia, Elena Carranza, no debiera haber consentido mostrar al actor Roberto Enríquez comiéndose los padrastros del dedo. Ya se sabe que una pieza es cosa de minuto y medio, que debe acoger imágenes del ensayo, testimonios de los actores, María Adánez y el propio Enríquez, así como del autor Paco Bezerra y del director, Luis Luque, que sufrió acoso en sus carnes. Y no sería por planos de recurso. Que se cuele el plano de los padrastros no es elegante. Aunque tampoco nos vamos a quejar, puesto que en las privadas ni siquiera tienen el detalle de incluir una pieza de cultura, con o sin padrastros.

Con independencia de esta anécdota, la noticia fue muy grata. El pequeño poni no es una función cualquiera. Con ella nuestro Teatro Principal de Alicante inició la etapa Sanguino, que habrá que estudiar con suficiente perspectiva. A mí me conmovió, como supongo les ocurrirá en las próximas ocho semanas a los madrileños. Teatro de mucha altura.

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